Nacional hizo su debut en la Bridgestone Libertadores, jugando un más que discretísimo partido, ante un rival ecuatoriano como el Barcelona que se plantó con personalidad como visitante y paseó al tricolor en varios tramos del cotejo.
De la mano de Damian Díaz, que demostró ser un jugador de gran jerarquía, el Barcelona se adueño del juego e hizo pasar zozobras a un equipo tricolor que no dió pie en bola.
Ya a los 25 minutos la visita estaba dos goles arriba, dejando al desnudo las carencias de un conjunto albo, no solo en contención, donde solo el tesón del “Colorado” Romero, y la buena gestión del colombiano Cortez, si no en lo que hace a la generación de fútbol.
El técnico Gustavo Díaz tendrá una ardua tarea, buscar el funcionamiento de un equipo que cuenta con un plantel rico y numeroso pero que con nombres no alcanza.
Solo las variantes realizadas en la segunda parte pusieron un bálsamo a lo que pudo ser una herida grave con repercusiones de futuro para la clasificación.
La lámpara de Recoba puso algo de luz a una noche oscura en el Parque Central y la experiencia y el “olfato” de gol del Loco” Abreu, pusieron un tinte diferente a algo que realmente fue muy opaco por parte del equipo de los Céspedes.
Nacional no perdió dos puntos, ganó uno, lo que sin dudas puede ser relevante a la hora de pasar raya, mas si se tiene en cuenta el paupérrimo arbitraje de un Oses, faltó de jerarquía , que no pudo controlar en ningún momento el juego, y por si fuera poco, permitió permanecer en cancha con dos tarjetas amarillas, a Lembo, casi 5 minutos y le privó de la chance de alzarse con la victoria al conjunto colombiano, al no sancionar un claro penal, sobre el final.
En fin, habrá que esperar, esto recién arranca y por ahí ojala se de aquello de “… mal comienzo, buen final”.