Sin ser una “Maravilla”, Sergio Martínez retuvo el título

Murray no vino a ser partenaire, pegó arriba, pegó abajo y raspó. “Fue mía”, les gritó a los hinchas.

La primera sensación, fresquita pero en súper caliente, arriba del ring apenas decretada su derrota, es de despojo. Martin Murray cree que ganó, que aguó la fiesta argentina. Pero no agita. Saluda correctamente a Sergio Martínez. Un grupo de espectadores lo bardean desde abajo del ring, lo bardean mal; él los mira y, con palabras y gestos, les deja claro: “Fue mía, Fue mía”, golpeándose el pecho.

El oriundo de Saint Helen’s, que salió por primera vez de Europa y en el Fortín dejó su invicto (tiene además 25 triunfos con 11 nocauts y un empate), fue una especie de All Boys en su cancha de Floresta: siempre bien parado, ordenado, con defensa granítica. En ningún momento pareció pesarle el marco futbolero y las canciones clásicas. Desde las tribunas bajaron todas… y todos. “El que no salta es un inglés…”; Esta noche, cueste lo que cueste, tenemos que ganar…” y “A este p*** le tenemos que ganar”. Apenas una vez se prendió en el cruce oral y picanteó a Maravilla con un “come on, come on”. Pero lo suyo fue más físico y la mayor potencia fue notoria. Así tiró a Sergio en el octavo -también en el décimo aunque el argentino no recibió cuenta- y lo raspó lindo toda la pelea. Hasta lo cortó en la ceja izquierda. Muchas veces se lo llevó por delante, sacudió manos y generó quejas rivales.

Maravilla se fracturó la mano izquierda y tuvo molestias en la rodilla. No peleará más por este año.

Apenas terminó la pelea, le preguntaron a Sampson Lewkowicz: “¿Y ahora?”. Y el manager de Maravilla contestó: “Y ahora habrá que ver cómo quedó”. Clarito. Cómo quedó el cuerpo de Maravilla.

Martínez se fracturó su mano izquierda en el segundo round, cuando fue a pegarle al inglés y se encontró con el codo en una posición defensiva. Y si bien se la bancó en los diez asaltos posteriores, camino al vestuario y cuando ya le habían quitado las vendas, se podía ver el dolor en el rostro del campeón.