Desde que comenzó el conflicto civil en Siria entre rebeldes y el régimen de El Asad, hace más de dos años, la comunidad internacional intentó establecer un límite para aquello que nunca debería pasar: el uso de armas químicas contra la población civil. En 2012 el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, había dicho que si el presidente Al Asad recurría a este extremo, se abriría la puerta a una intervención armada extranjera.
El 19 de marzo se cruzó este límite, de acuerdo a investigaciones en poder de Naciones Unidas; el incidente que se produjo en la provincia de Alepo -por el que se culpa a los rebeldes- en el que un misil cargado con una sustancia no identificada provocó entre los 100 heridos síntomas de asfixia y dejó 25 muertos. marcó un punto de inflexión en el conflicto y generó el inicio de una investigación por parte de la ONU.
Según la magistrada suiza Carla del Ponte, miembro de la comisión especial creada por Naciones Unidas para investigar los crímenes perpetrados durante la guerra, grupos rebeldes sirios pueden haber usado armas químicas. El portavoz de la Comandancia Suprema del rebelde Ejército Libre Sirio (ELS), Qasem Saadedin, niega el hecho; en realidad, los rebeldes han denunciado sistemáticamente desde haces meses que las fuerzas del presidente El Asad son las que han hecho uso de este tipo de armas.
Por otro lado, según informó El País de Madrid, mediante investigaciones independientes, El Asad «dispone de al menos 1.000 toneladas de armas químicas, el mayor arsenal de Oriente Próximo. Sobre todo, dispone de gas sarín, gas mostaza y el agente nervioso VX, además de cianuro, almacenados en al menos 17 puntos diferentes del país, todos a recaudo del Ejército».
Dos años, 70 mil muertos
Entrado el tercer año de la guerra civil en Siria ya son 70.000 las personas que han perdido sus vidas en el conflicto y cada día se suman más víctimas, entre ellas muchas mujeres y niños. Nueve de cada diez muertes son civiles. Además, 5,5 millones de personas se han escapado de sus hogares, incluidos 1,4 millones que están refugiados en otros países, según datos de la ONU.
Una generación de niños
La media de edad en Siria es del entorno de los 22 años y las familias son muy numerosas, más que nada en las zonas rurales donde la guerra se acentúa. El 34% de la población es menor de 15 años. Niños y adolescentes víctimas de la guerra han sido torturados, detenidos y han desaparecido.
Según datos de la ONU, más del 50% de los que huyeron de la batalla (800.000) son menores de 18 años y eso se evidencia en los campos. «Es una crisis humanitaria de niños», dijo el portavoz de la agencia para refugiados a El País de Madrid.
Otro de los datos que proporciona la agencia es que solo el 6% de las escuelas están en funcionamiento, uno de cada cinco colegios dentro del territorio sirio fue destruido, atacado o se han suspendido las clases para refugiar a las víctimas. “Siria perderá toda una generación de niños”, dijo uno de los portavoces de UNICEF.