Mensaje del Diputado Daniel Bianchi en el Día de los Trabajadores

La fecha del 1º de Mayo de 1886 quedó para siempre grabada con trazos indelebles en las páginas de la Historia.

Aquel día, un grupo de obreros estadounidenses se congregó impulsando con su movilización diversas reivindicaciones laborales, entre ellas el pedido de reducción de la jornada laboral a 8 horas diarias y, en el marco de esa huelga que se prolongó algunos días, en la ciudad de Chicago -la segunda de su país en importancia en aquel momento- algunos de ellos dieron sus vidas por defender los derechos de los trabajadores.

Esta fecha es, entonces, sin dudas la más oportuna para hacer un paréntesis en nuestras tareas cotidianas, mirar hacia atrás y recordar la importancia de aquella gesta, y mirar hacia adelante y valorar el hecho de poder contar con un trabajo y, aún más allá, la posibilidad de mantenerlo.

El trabajo es, más allá de un derecho y un deber de cada hombre y mujer, una herramienta para enaltecerlos como seres humanos, un bien invalorable.

Contar con empleos decentes, de calidad, con la protección social que ellos conllevan, con la capacidad de formación y capacitación, y con una remuneración digna, son aspectos en cuya prosecución jamás se debe claudicar.
Amar nuestro trabajo, y realizarlo cada día con pasión, es quizás la llave del éxito que nos permite encarar otros aspectos para mejorar nuestra vida personal.

Bajo ningún concepto permitamos que la indolencia, la apatía, la pereza, el desinterés y la desidia se instauren como parte de nosotros.

Antes bien, busquemos la manera de enfrentarlos sin permitir el ingreso del desaliento, ni a nuestras familias ni a nuestros propios corazones. Evitemos que la complacencia se instale en nuestro camino hacia una vida mejor e impida que alcancemos nuestro objetivo. No permitamos que aquellos cuyos intereses particulares apuntan a desunirnos o desanimarnos, dando dádivas y pretendiendo que se pierda el hábito de trabajo triunfen, bajo ninguna circunstancia.

No es todo, sin embargo.

El triunfo va más allá de ello, incluso de nuestras propias limitaciones, y se logra con la actitud adecuada. La victoria no se alcanza fácilmente, si no es con ideales, compromiso, voluntad, arresto y perseverancia.

Y eso es lo que sobra a los colonienses.

En esta fecha tan especial, deseo expresarles mi más sincero reconocimiento a todos los trabajadores del departamento de Colonia, y mi franco agradecimiento a las mujeres y hombres que cada jornada acuden a sus centros de labores para lograr con su esfuerzo invaluable que transitemos cada día una tierra mejor.

A todos, ¡muy feliz Día de los Trabajadores!

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