Uruguay jugó un digno partido, salió con todo a la cancha del estadio Mineirão de Belo Horizonte, en los primeros minutos incluso tuvo la posibilidad de un penal que pudo dar ventaja a la Celeste antes del primer cuarto de hora, pero que terminó dando moral a los brasileños ya que el arquero Julio César logró contener sobre el caño izquierdo el débil remate de diego Forlán.
Uruguay salió con todo a la cancha del estadio Mineirão de Belo Horizonte, y el dominio en los primeros minutos se tradujo en un penal que pudo dar ventaja a la Celeste antes del primer cuarto de hora, pero que terminó dando moral a los brasileños ya que el arquero Julio César logró contener un tibio disparo de Forlán.
Fue el rival duro, difícil, peleador, que arremete contra todos y contra todo. Ayer, por momentos, enmudeció al Mineirao, y no dejó que el dueño de casa se floreara, ni siquiera que la torcida aplaudiera a Neymar, que recibió más silbidos que elogios.
De cualquier manera con un Uruguay casi al 100% y un pálido Brasil, lejos de los equipos de otrora, no alcanzó, y los locales lograron una victoria que los llegó a la final de la Copa Confederaciones.
La bronca y la rebeldía por una derrota que bien se puede catalogar de injusta. Y la mente fría necesaria para mirar un poco más allá de la Copa Confederaciones.