Comunicado de Prensa
Por Daniel Bianchi
Desarrollando de alguna manera el modelo impuesto por su antecesora, Marina Arismendi, el actual titular del Ministerio de Desarrollo Social (MIDES), Daniel Olesker -el autor de la Reforma de la Salud que día a día se consolida como un rotundo fracaso en todo el territorio nacional- ha ampliado un “modelo” de asistencialismo que consiste en dar dinero a cambio de nada, pero que sin embargo no crea ni fomenta el trabajo.
Porque lo cierto es que aquel ministerio no tendría razón de ser si, como dicen algunos tecnócratas disfrazados de políticos que tienen la rara virtud de lograr que los números cierren de acuerdo a su gusto y conveniencia, la indigencia y la pobreza se erradicaran -no por decreto, como se ha pretendido hacer, por supuesto- y todos fuéramos testigos presenciales de ello.
Testigos presenciales, decimos.
Pero la realidad muestra que, a ocho años de su creación, aquella Secretaría de Estado no ha logrado los objetivos para los que fue creada, y así, el acceso a la vivienda es tan complicado como lo era antes, o más -y allí están como prueba las decenas de cooperativas que no pueden cristalizar su objetivo por falta de un terreno donde edificar o porque el terreno con que cuentan no tiene saneamiento, y el Ministerio de Vivienda (MVOTMA) se niega a entender que en la mayor parte del interior uruguayo el mismo, que es responsabilidad de OSE, no existe- por lo que a la gente en situación de calle se le ofrece, como solución transitoria, un lugar para estar, cenar y desayunar, además de cama, ropa e higiene, pero no una solución definitiva.
Por eso los niños carenciados deben concurrir a los comedores sociales y/o escolares. Y por eso la tarjeta Uruguay Social (Plan de Equidad) con la que a pesar de la prohibición se adquieren artículos expresamente vedados (tabacos, cigarrillos, bebidas alcohólicas y bebidas refrescantes, entre otros), continúa siendo entregada.
El fuerte crecimiento económico registrado desde la salida de la crisis bancaria del año 2002 que sacudió hasta los cimientos a nuestro país, no ha tenido interrupciones, pero sin embargo, el flujo de recursos no le ha bastado a la actual Administración para lograr suprimir la esencia más rigurosa de la pobreza y, de esa manera, hacer innecesario al MIDES, de manera tal que a la brevedad todas esas políticas sociales -“asistencialismo”, es el nombre correcto- que le cuestan millones de dólares al país y que están lejos, muy lejos, de solucionar definitivamente los problemas, puedan ser trocadas en trabajo, viviendas y alimentación dignos para todos los uruguayos.
Eso es lo que todos anhelamos.
Pero la solución debe llegar pronto, porque nadie sabe hasta cuando durará esta época de bonanza económica que beneficia a Uruguay y entonces llegará el momento en que los recursos mengüen y será difícil, mucho más difícil, distribuir los mismos entre los numerosos sectores de la sociedad uruguaya que, con igual derecho, los reclaman.
Será el momento en el cual los números no serán tan propicios ni favorables, y si los problemas a que nos referimos aún permanecen sin solución, entonces se agravarán de manera contundente, sin lugar a dudas.
La manera de enfrentar el desafío es privativa del Gobierno, que tiene además mayoría parlamentarias como para aprobar, por sí mismo, todas aquellas leyes que necesite, aunque muchas de ellas, como se ha visto, a la larga demuestran ser cuando menos improcedentes.
Pero para decidirse a enfrentar estas situaciones y erradicarlas definitivamente, primero hay que comenzar por admitir su existencia.
Lo que para muchos, no es fácil.