Una gran voz se oirá en Ramá

Comunicado de Prensa
Por Daniel Bianchi

Escuchar hablar de Uruguay en la televisión internacional, generalmente es agradable.

A pesar de su pequeño territorio y de su reducida población, nuestro país, de la mano de algún evento deportivo o de algún suceso relacionado con las artes e incluso la ciencia, muchas veces es primicia en la CNN, Discovery Channel, ESPN y demás canales.

A veces se trata de imágenes que muestran a deportistas, generalmente futbolistas, levantando un trofeo. Otras veces, destacan alguna acción en salvaguarda de la naturaleza, como la de los doctores Walter Baethgen y Gustavo Nagy, los ingenieros agrónomos Cecilia Ramos  y Walter Oyhantçabal, el ingeniero Daniel Martino y la ingeniera química Virginia Sena, que junto al ex Vicepresidente de EE.UU., Al Gore, integran el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC). O bien hacen público un reconocimiento, como la premiación a la Dra. Nancy B. Mugridge, especializada en genética y microbiología molecular,  al frente de un equipo que desarrolló un sistema de administración de quimioterapia desde un enfoque completamente diferente al tradicional en la lucha contra el cáncer.

También Uruguay es conocido por sus hechos políticos, en los últimos 30 años por episodios electorales pautados por la legalidad y el orden.

O por sus escritores, músicos, pintores,  arquitectos y  músicos, generalmente ligados a importantes sucesos, tales como Jorge Drexler, ganador de un Oscar, o los arquitectos Pedro Calzavara, Alejandro Recoba y Horacio Flora y las estudiantes Andrea Bajuk y Verónica Rossi, que se asociaron, se presentaron y ganaron entre 370 ideas y profesionales de 34 países un concurso internacional para remodelar una zona de Brooklyn (Nueva York).

Hasta ahora así se conocía a Uruguay.

Eran impulsos a favor de la vida, de la naturaleza, de la Democracia, del deporte y de las artes.

Hasta ahora.

Pero hace pocos días nuestro país fue noticia cuando el Presidente uruguayo, José Mujica, entrevistado en la CNN por Ismael Cala, debió justificar lo injustificable, esto es, la ley que hizo de nuestro país el primero en legalizar el uso recreativo de la marihuana para adultos.

El mandatario sostuvo que la ley busca regularizar el mercado de esa droga, porque así, “el Estado puede identificar a los enfermos y controlar a los delincuentes”. Y admitió inmediatamente que “nosotros no estamos seguros que lo que vamos a hacer dé resultado”.

Está claro que la senda elegida no es la correcta.

En primer lugar porque, una vez más, la ley es inconstitucional. Y en segundo lugar porque viola numerosos tratados internacionales, entre ellos la Convención Única sobre Estupefacientes de 1961 -suscrita por 186 países, incluido Uruguay- que tiene como objetivo principal proteger la salud, por lo que sólo contempla el uso del cannabis para fines médicos y científicos debido a su potencial para causar dependencia.

El uso de sustancias adictivas es un fenómeno social grave, complejo y multicausal. La marihuana no afecta de manera individual, sino grupal, al núcleo familiar y al contexto social. Sus consumidores pierden el interés en el estudio, en el trabajo, en las relaciones interpersonales y en otras actividades, desperdiciando el esfuerzo manifestado hasta el momento de comenzar a consumir. Dificulta el razonamiento, entorpece la concentración, perjudica la memoria reciente, altera la percepción temporal, insume más tiempo para reaccionar, provoca somnolencia, ansiedad, paranoia y alucinaciones.

Así, la legalización aumenta el consumo, no ayuda al drogadicto y no evita el tráfico de estupefacientes. Por el contrario, todo negocio lícito importante origina un mercado negro igual o más importante. La historia así lo evidencia en el mercado del petróleo, las armas, los metales preciosos, los diamantes, las obras de arte, el tabaco, y demás.

Más aún, la legalización no supone la desaparición de los actuales productores ilegales, ya que éstos pueden organizarse en oligopolios y presentarse como oferentes legales. Y peor aún: posiblemente festejen la legalización, ya que si bien con ella los precios de la droga bajarán o al menos se estabilizarán, sus medios económicos les permiten compensarlo con un mayor volumen de venta y de consumo. Es decir, con  más personas que se convertirán en adictas.

La aprobación de esta ley es un grave error.

Y seguramente, en poco tiempo, todos estaremos lamentándonos por ello.

Y será tarde.

Como para Raquel en Ramá.

Mirá también

Visitas Guiadas a Plaza de Toros con nuevo horario a partir de junio

La Intendencia de Colonia informa que a partir del miércoles 1° de junio, las visitas …

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.