A los 90 años murió el artista Carlos Páez Vilaró, uno de los personajes centrales de la cultura uruguaya. Su última aparición pública fue en las recientes Llamadas, un evento del que se convirtió en protagonista desde los años 40.
El fallecimiento de produjo en Casapueblo, la finca de Punta Ballena que construyó a fines de la década de los 50, y que hoy es un monumento de Punta del Este.
Carlos Páez Vilaró será velado desde las 20 hasta las 24 horas en la sala Mario Benedetti de la Asociación General de Autores del Uruguay (Agadu). El velatorio seguirá entre las 7 y las 11 de la mañana de este martes 25.
El artista será enterrado en el panteón social de Agadu del Cementerio del Norte.
Días atrás la intendencia de Montevideo le había hecho un reconocimiento y él había donado una obra suya como parte de los premios a entregar a la comparsa ganadora de Las Llamadas montevideanas.
Asociado a todas las expresiones populares del Uruguay, Páez Vilaró fue antes que nada un aventurero. Siendo adolescente se radicó en Buenos Aires. Trabajó en una fábrica de fósforos y luego en la industria gráfica.
Ya entonces quería convertirse en un artista. Viajó por Europa, conoció Picasso y a otros grandes del mundo del arte. También se adentró en el África profunda.
Allí conoció al premio Nobel Albert Schweitzer, con quien convivió en el leprosario de Lamarené. También filmó una película “Batuk”, que fue distinguida en el Festival de Cannes.
La causa de la negritud lo atrapó papara siempre y fue el gran motivo de su obra plástica.
Su vida tiene ribetes cinematográficos, literalmente. Fue uno de los grandes protagonistas del llamado “milagro de los Andes”, el rescate de los 16 sobrevivientes del avión que cayó en la cordillera. Uno de ellos fue su hijo Carlos, integrante del equipo de rugby formado por estudiantes del Old Christians de Carrasco.
Páez viajó a Chile y fue un constante luchador en la búsqueda del avión desaparecido junto a su exesposa y madre de Carlitos, Madelón Rodríguez. (Subrayado)