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Nada para festejar

Nota de opinión
Prof. Jose Luis Pittamiglio. Edil Departamental Partido Socialista (FA)

Si vamos a buscar el comienzo de toda esta historia, seguramente tendríamos que internarnos unos cuantos años atrás, porque me animo a decir que todo esto arranca desde la época en que la mayor parte de la dirigencia del Partido Nacional en Colonia comenzó a sentirse impune. Sería interesante saber en qué momento, qué cosa ocurrió para que –hace seguramente más de 15 o 20 años atrás- los principales dirigentes blancos del departamento comenzaran a sentir que podían hacer lo que se les viniera en gana. Si uno analiza la gestión del intendente Zimmer –la primera y lo que va de la segunda, hasta que la cárcel lo interrumpió- se encuentra con que gran parte de la dirigencia del Partido Nacional actúa sin darle mucha importancia a pequeños “detalles” tales como la Constitución, las leyes, los mandatos del Tribunal de Cuentas, los pronunciamientos del Tribunal de Etica y las más elementales normas de transparencia en la gestión pública.

Zimmer destituyó a quien había sido su mano derecha cuando asumió la intendencia por primera vez, Adolfo Martínez. Nunca trascendieron las razones por las cuales dos aliados que parecían casi hermanos, de la noche a la mañana rompen relaciones a tal punto que la antigua hermandad se convierte en una rivalidad a muerte. Seguramente uno de ellos sabe muchas cosas sobre el otro y las tiene guardadas. Pero el destituido Martínez ocupaba el primer lugar en la lista de suplentes de Zimmer y cuando el intendente tiene que dejar su cargo al final del primer mandato para dedicarse a la campaña electoral que lo llevaría al segundo período, es el destituido Martínez quien asume la Intendencia. Algo me dice que en ese preciso momento el doctor Walter Zimmer se dio cuenta de que tarde o temprano lo que siempre había temido, finalmente ocurriría. Ni bien asume Martínez, encuentra muchas irregularidades (que para Zimmer y su gente no eran más que la forma habitual de manejarse), recoge los documentos y hace la denuncia ante la Justicia. Años después, el Poder Judicial resuelve procesar con prisión al intendente y a su Director de Hacienda.

Algunos dirigentes y militantes del Partido Nacional han tratado de quitarle importancia a las acusaciones de la jueza de la causa. Algunos periodistas muy cercanos a esta administración de Zimmer también están tratando en estos días de mostrarle a la opinión pública que el intendente está preso prácticamente por un tecnicismo o porque estacionó mal el auto o porque se olvidó de escribir “haber” con h. Pero en realidad quienes dicen eso lo que están haciendo es tratando de ocultar que la cosa es mucho más grave; porque para cualquiera que se haya tomado la molestia de leer el veredicto de la Jueza, es bastante claro que las denuncias que se están investigando son unas cuantas, que las líneas de investigación continúan su curso y que el procesamiento de los dos jerarcas de la Intendencia  se deben a que ya existían motivos suficientes para llevarlos a la cárcel. Veamos qué está investigando la Jueza:

Empadronamiento de vehículos en enero de 2008 haciendo figurar como fecha el 31 de diciembre de 2007

  1. Falta de controles de la Intendencia en la entrega de matrículas a gestores
  2. Algunas de las mencionadas matrículas fueron devueltas con perforaciones como si hubieran sido utilizadas ilegalmente
  3. Pago de sobresueldos a funcionarios municipales que gestionaban proyectos de cooperación internacional
  4. Rendiciones de cuentas de dichos proyectos que no correspondían a las erogaciones efectuadas
  5. Cobro de saldos de cuentas cuando el intendente Zimmer se estaba retirando para iniciar campaña electoral por su nueva candidatura
  6. Existencia de varias empresas de arrendamiento de vehículos sin chofer que accedían a empadronarlos sin cumplir el requisito de tener domicilio en Colonia

Estoy seguro que a nadie puede ponerse contento con el hecho de tener un intendente preso. Es una crisis institucional para el departamento y una señal bastante complicada para todos: para los que vivimos aquí y esperamos que nuestro dinero se administre con honestidad, para los inversores que pretenden reglas claras, para los que no viven aquí y creían que en un departamento rico las cosas se hacían de otra manera. No creo que sea el momento de agitar la bandera y fabricarse una especie de héroe tras las rejas. Y tampoco me importa quiénes lo fueron a visitar. Los colonienses merecemos una administración honesta de nuestro departamento y los hechos muestran que nos hemos alejado mucho de nuestro propósito. Nada para festejar.