Tendrá cuatro años más para intentar firmar la paz con las guerrillas y poner en marcha las locomotoras que prometió y no arrancaron en su primera administración. Si en aquella oportunidad fueron los votos de Álvaro Uribe los que le llevaron a la presidencia, esta vez fue la izquierda -desde la moderada a la más radical, que se congregó entorno a su propuesta de paz-, la que permite que repita mandato.
Asimismo, la maquinaria de los barones tradicionales que habían estado inactivos en la primera vuelta celebrada en mayo, pusieron en marcha los motores y aportaron su grano de arena. Aunque perdió, Oscar Iván Zuluaga consigue un abultado caudal electoral con el que podrá hacer oposición a Santos.
El actual presidente obtuvo el 54% de los votos contra el 45% de su rival conservador.
Desde el lunes, al margen de los retos de toda índole que debe afrontar, la labor prioritaria del nuevo presidente de Colombia será restañar las heridas abiertas en una campaña pugnaz como pocas. Tendrá que cerrar la brecha que divide al país en dos mitades con el fin de sacar adelante el proceso de paz y todas las asignaturas pendientes que preocupan más al ciudadano.
Y aunque el conflicto armado y el proceso de paz no figuraban entre las prioridades de los electores, angustiados por el empleo o la mala calidad de la Sanidad o la inseguridad ciudadana, fueron las FARC las que volvieron a centrar el debate presidencial en Colombia, al igual que ocurre desde hace 20 años.
Juan Manuel Santos olvidó las realizaciones de su gobierno, con las que no había logrado convencer a sus compatriotas el 25 de mayo, y convirtió la campaña en la segunda vuelta en un referendo sobre sus negociaciones con la guerrilla, atrayendo hacia sus toldas a grupos políticos y sociales tradicionalmente alejados de sus propuestas.Contó con un amplio sector de la izquierda y de otros partidos que aprueban las conversaciones de Cuba pero no sus políticas publicas en los otros temas
Además, buena parte de los grandes empresarios del país le respaldaron. Para hacer una idea de la diversidad de la unión, entre quienes declararon de manera abierta su apoyo a Santos figuran Luis Carlos Sarmiento, propietario del 30% del sistema financiero colombiano, y los sindicatos más radicales como la CUT.
Pero los votos que más necesitaba los aportaron Clara López, la candidata del socialista Polo Democrático, que se adhirió a su campaña pese a que su partido prefería mantenerse neutral, y el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro.
La paz con condiciones de la propuesta de Oscar Iván Zuluaga, el candidato ‘uribista’ que sorprendió al presidente al derrotarle en primera vuelta, no fue suficiente para llegar a Casa Nariño. Natural de Pensilvania, Caldas, en el centro del país, ocupó la cartera de Hacienda en el gobierno de Uribe cuando Santos era su ministro de Defensa. Entre él y Santos crearon el Partido de la U para acoger las ideas del que entonces era su jefe. Más tarde se separaron y los uribistas fundaron el Centro Democrático, que consiguió 20 escaños en las legislativas de marzo.
Tampoco fueron suficiente los votos que le aportó Martha Lucía Ramírez, aspirante del Partido Conservador, con quien tiene muchas coincidencias programáticas.
Aunque la izquierda apoyó a Santos, no serán sus aliados en el gobierno. Anunciaron que desde el lunes regresarán a la oposición y solo respaldarán lo que tenga que ver con La Habana. Santos contará con el respaldo de la mayoría del Congreso y tendrá al Centro Democrático y el senador Uribe como su rival principal.