Con un gran conductor, – que en estas épocas donde se juega poco, se estudia mucho – Alejandro Sabella, Argentina derrotó 1 a 0 a Bélgica en el estadio Mané Garrincha de Brasilia y anotó su nombre entre los cuatro semifinalistas de la Copa del Mundo, algo que no lograba desde Italia 1990.
Ante un rival que había llegado a este torneo con el cartel de cuco, pero que volvió a demostrar que en este fútbol de hoy -mucho marketing- mucho negocio -pocos fundamentos futbolísticos- no hay nada nuevo, y teniendo uno o dos que jueguen en alto nivel alcanza, caso Messi-el mejor del mundo al día- o Di María sustituido por lesión.
Sabella metió mano en la alineación, con los ingresos de Martín Demichelis, José Basanta y Lucas Biglia por Federico Fernández, Marcos Rojo (suspendido) y Fernando Gago.
Pasaron 8771 días desde la última vez que la Argentina pudo superar el umbral de los cuartos de final en un Mundial. Aquella vez fue un 30 de junio de 1990 en Florencia, en Italia 90, en esa aventura que terminó en la final.
Messi está jugando el Mundial que tanto se le reclamaba. Desequilibrante, decisivo, con gol, pases punzantes, el único jugador argentino que siempre respondió en Brasil 2014.
Pudo haber un gol antes para liquidar el partido y no sufrir hasta el final, como en esos cinco minutos adicionales.
La Argentina dio otro paso en el Mundial. Va de menor a mayor y ya está entre los cuatro mejores y comienza a ilusionar a 40 millones de corazones argentinos.