Comunicado de Prensa
Por Daniel Bianchi
La hipérbole es una figura retórica que consiste en alterar, exagerada e intencionalmente, la realidad de lo que se quiere representar con el fin de conseguir un mayor impacto.
Es una condición inherente al ser humano ser propenso a exagerar sus propias virtudes, como una forma de alimentar el ego, por un lado, y de lograr el reconocimiento y la admiración de los demás, por otro.
Pero cuando esas exageraciones se trasladan al plano político, y en especial cuando son utilizadas por los gobernantes para captar -o retener- adeptos a fuerza de datos erróneos y falacias, sin medir las consecuencias negativas e irreversibles que ello les deparará en el futuro, el panorama se complica.
Esta práctica la hemos observado varias veces durante la actual Administración.
Días pasados, sin ir más lejos, se conoció otro capítulo de la “novela” de PLUNA, que le costó cerca de 400 millones de dólares a los uruguayos, cuando el Tribunal de Cuentas de la República (TCR) dejó firme una resolución -de julio de 2013 y apelada en su momento- que cuestiona duramente a PLUNA Ente Autónomo porque en el Balance de 2012 incumplió normas contables en procura de «demostrar» una ganancia inexistente. El hecho es gravísimo.
Maquillaje en PLUNA, se escuchó decir.
Pero también en ANCAP, en la inflación, en el índice de pobreza, en el índice de desempleo y… ¿en cuánto más? Las cifras oficiales dadas a conocer por el Gobierno Nacional, trátese de las mencionadas o del aumento de la canasta básica, de las personas sin vivienda propia o del índice de reincidencia de la delincuencia, son puestas en duda por la mayoría de la población.
Sencillamente, la gente no las cree. Y hay motivos para ello.
Hace pocos días un estudio académico elaborado por el Centro Interdisciplinario de Infancia y Pobreza, dependiente de la Universidad de la República (UDELAR), reveló que los datos reales de la exclusión social duplican los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). El INE registró en 2011 un 27,3% de niños menores de 6 años en situación de pobreza, pero el estudio de la UDELAR concluye que la cifra de pobres en esa franja etárea es de 49,2%, es decir, casi el doble del registro oficial ese año.
El Índice de Desempleo, en tanto, también difiere de la realidad. Se establece a partir de la Encuesta Continua de Hogares, que el INE realiza desde 1968 en Montevideo y desde 1981 en todo el país. Para que una persona se considere desocupada se exigen tres requisitos: 1) que no tenga empleo; 2) que esté en condiciones de trabajar inmediatamente y; 3) que haya buscado trabajo activamente en el último mes. Así, por ejemplo, si la persona no buscó trabajo activamente en los últimos 30 días, no se considera desempleada. Y no sólo eso: se considera “activa” a toda persona que trabajó por lo menos una hora en la semana anterior a la encuesta. De tal forma, cualquier ocupación, por inestable o precaria que sea en calidad, tiempo o remuneración, a los efectos de las estadísticas es considerada un empleo.
Hay más. Respecto al número de homicidios (“muerte causada a una persona por otra”, según la RAE), el Ministerio del Interior (MI) modificó el sistema histórico de medición eliminando como tales las muertes causadas por agentes policiales en el cumplimiento del deber o por personas en legítima defensa. Hasta el año 2011 se contabilizaban y se diferenciaban, ya que se calificaban como “homicidios justificados”, a diferencia de los otros que eran “homicidios delictivos”, pero todos eran homicidios. Sin embargo, en 2011 el MI modificó el sistema, y de ahí las sustanciales diferencias que muestra con las consultoras privadas que arrojan un número más elevado de casos.
El Directorio de ANCAP, tras anunciar un déficit para el Ejercicio 2013 de 190 millones de dólares, aprobó a comienzos de agosto, sólo con el voto oficialista, el balance que “oficialmente” arrojó una pérdida de 169 millones de esa divisa. Sin embargo, los directores de la minoría advirtieron que la pérdida real ronda los US$ 190 millones de dólares anunciados, porque el gobierno asume un escenario macroeconómico previendo ingresos que no hay manera de saber hoy si se concretarán a futuro.
Una vez más, maquillaje.
Los jubilados, las amas de casa, los estudiantes, saben cuánto se ha encarecido la canasta familiar cada vez que van al almacén o al supermercado. El precio de la yerba se duplicó en cuatro años, y aumentó casi un 50% en sólo nueve meses. Y así muchos artículos y servicios más. Sin embargo, la inflación, milagrosamente no excede el 10%. Todos estamos seguros que se ubica muy por encima de ese índice que nunca parece superarse, porque hacerlo significaría que los ajustes salariales y de pasividades deberían realizarse semestralmente, en caso de ubicarse por debajo de 20%, y cuatrimestralmente, en caso de superar ese índice. Recuérdese que ya van dos años que la Confederación de Organizaciones de Funcionarios del Estado (COFE) denuncia que el Poder Ejecutivo adoptó medidas (bonificación por consumo de energía eléctrica en UTE sólo para diciembre, o el acuerdo en la rebaja del precio de doscientos artículos de supermercado por tres meses) para «dibujar» la evolución de la inflación, y fue esa gremial quien utilizó por primera vez la expresión «Maquillaje estadístico”.
Así, el Gobierno procura prestigio y popularidad promocionando “logros” que, por lo menos, son discutibles. No es obstáculo para ello utilizar cifras artificiosas u otros artilugios con tal de seducir -o de conservar- acólitos que adhieran a sus filas, aunque para ello deba utilizar métodos nada cándidos asociados a la necesidad de mantenerse en el poder.
Pero ese proceder imprudente le termina haciendo daño y le hace sufrir las consecuencias de la decepción, el disgusto y el desencanto ciudadano.
Frustraciones que, claro está, llegado el momento seguramente se transmitirán a través del voto.