Cuando lo anormal comienza a mirarse con normalidad, será porque vamos tan bien? En todos los ambitos y todos los rubros, en todas las ramas y en todos los estamentos, hoy por hoy , y a veces por «un voto» o con ese verso que hoy se ha instaurado de: «hay que abrir la cabeza», o la muletilla de » la discriminación «se van pisoteando y denigrando valores que en el ser humano son inmutables, por su naturaleza, la cual muchos quieren tergiversar o torcer desde su esencia misma.
Por eso lo que transcribimos a continuación es una muestra cabal de que los tiempòs cambian, las cabezas se abren, pero, en nuestra modesta opinión no siempre para bien.
El olor a marihuana se siente en cada rincón del balneario Valizas en Rocha. Pero a pesar de que nadie escapa a su particular aroma, a los lugareños que la fuman no les resulta fácil conseguirla. “¿No tenés porro?”, le preguntó uno de ellos a una joven que venía de Montevideo. Para su disgusto, su respuesta fue negativa.
Según le explicó el hombre, son pocas las personas que se animan a vender marihuana en las calles por el aumento de policías en las calles a raíz del asesinato de la joven argentina Lola Chomnalez en ese balneario. “¿Quién va a querer vender ahora que andan policías por todos lados?”, dijo.
En otros balnearios de Rocha la situación es diferente. En Punta del Diablo, por ejemplo, es común ver la planta de cannabis en los jardines de las casas. “Acá cualquiera planta. Es muy fácil conseguir”, expresó la encargada de la farmacia del lugar.
En la farmacia Campus de ese balneario, europeos, argentinos y brasileños de todas las edades consultan sobre la venta de marihuana. “Tienen entre 20 y 60 años”, dijo una vendedora.
En los balnearios de Canelones los turistas no son tan curiosos. Los farmacéuticos no han tenido que explicar que sus negocios no son lugares para conseguir un porro.