«La propagación que más preocupa es la del dengue y del chikunguña, transmitidas por los mismos tipos de vectores (mosquitos)», declaró hoy en una rueda de prensa en Ginebra el director del Departamento de Enfermedades Desatendidas de la OMS, Dirk Engels.
El chikunguña, el dengue y el mal de chagas -la versión latinoamericana de la «enfermedad del sueño» (tripanosomiasis africana humana)- están actualmente presentes en América Latina, con nuevos brotes de los dos primeros detectados últimamente en Bolivia y Paraguay.
El año pasado se registraron graves brotes de chikunguña en el Caribe, con República Dominicana y El Salvador, además de Haití, Martinica, Guadalupe, Colombia y Puerto Rico, como los países más afectados.
Esa enfermedad, originaria de Tanzania y para la que no hay tratamiento, llegó a infectar a cerca de un millón de personas en 2014.
Sus síntomas son fiebre, sarpullidos y dolor fuerte de las articulaciones, de la cabeza y muscular, y aunque suelen remitir en diez días, a veces persisten durante meses.
Por su parte, el dengue es similar a la gripe, pero puede evolucionar hasta adquirir una forma grave y ocasionar la muerte.
Para la OMS, la presencia de los mosquitos vectores del dengue y del chikunguña en zonas cada vez más amplias se debe al cambio climático y a su impacto en el medio ambiente, al proceso de urbanización descontrolado, así como al mayor movimiento internacional de personas y bienes.
En estas circunstancias, ambas enfermedades «se propagan e invaden países desarrollados, y aquí no se trata de pobreza, sino de que se extienden como epidemias», explicó Engels.