¿Sos hincha de Cerro, de River; de Rampla, de Danubio; de Peñarol o de Nacional?; que importa, los grandes de verdad son un poco de todos.
Son capaces de trasponer los limites institucionales, porque son mentores del verdadero arte que es el fútbol – imagínese si es complicado manejar un balón con las manos -; como Alvaro Recoba, que con los pies , y sobre todo con esa zurda maravillosa fue capaz de hacer los dibujos para algunos inimaginables, llevando «la mimosa», «la pecosa», «la guinda», «la globa» atada y sorteando obstáculos uno tras otro para entrar caminando al arco o entrarle de tal manera que desde el banderín del corner le daba lo mismo hacer un gol, que de un tiro libre frontal.
Un jugador extraordinario, pero reconocido por todos – y en el mundo – por sobre todas las cosas, por ese pueblo danubiano que lo vió nacer y el pueblo tricolor que lo «adoptó» como suyo; como una gran persona, que en definitiva creemos hizo que la noche del jueves 31 de marzo del 2016, sea una jornada imborrable e inolvidable para el fútbol mundial.
A los que creemos que el fútbol es un ARTE y que los «picapiedras» son sólo para los dibujos animados; el paladar sin dudas sentirá la ausencia de ese «Sabor» a clase, calidad, picardía, magia que «El Chino» ponía en cancha cada vez que contactaba el balón. El último cuento «Chino»… tuvo el guión acorde a su grandeza, su clase, su humildad, un desarrollo perfecto, con un final feliz; porque no cabía otra cosa para alguien que dejó su «sello» de verdad en esto del fútbol.
En nombre del «FÚTBOL»: Sr. Alvaro «Chino» Recoba; infinitas gracias.