Otra vez sopa, en los penales contra Chile. Después de un 0-0 en el que tuvimos tres chances claras de gol, Messi falló el suyo en la definición, después Biglia y nos quedamos con las ganas. Como en los últimos 23 años…
Resulta imposible encontrar palabras que describan este dolor. Se me cae una lágrima en cada tecla que suena. Otra vez se perdió. Otra vez se dejó pasar una chance increíble de gritar campeón. Y otra vez ante Chile, de nuevo en los penales, de nuevo sin poder hacer un solo gol. Higuaín se perdió de meterla mano a mano con el arquero, Agüero tuvo 50 minutos y no pudo desequilibrar. Messi dejó la vida, la rompió, pero se le escapó el penal de la definición, el golpe que más importaba.
Argentina mostró una evolución notable a lo largo de la Copa América. Ganó los cinco partidos que disputó y siendo superior. Incluso había batido bien a Chile en el debut. Pero otra vez flaqueó en la final. Tuvo el 70% de la cancha a su favor, un público que lo alentó en cada entrenamiento, organizó un banderazo y pagó fortunas para gritar campeón. Y otra vez se quedó con la palabra en la boca.
Los condimentos estaban sobre la mesa y sólo faltaba sacar el plato final. Otra vez nos quedamos con los cubiertos en la mano y sin disfrutar la comida. No hay vuelta que darle. Fue tal vez la Copa más fácil que se le presentó a Argentina y, en penales o como quieras, la perdió. ¿Qué explicación se le busca a otro gol imposible de fallar malogrado por Higuaín? ¿O a que Messi tire a la tribuna un penal? ¿O a la tonta expulsión de Rojo en un partido definitorio?
Todo lo bueno que se había hecho hasta el momento se tiró por la borda en cuestión de segundos. No pasó una Copa más, pasó una que nos va a doler toda la vida y de la que va a ser muy difícil recuperarse. Tres finales alcanzadas pero también las tres perdidas. Una herida que sin dudas será imposible de borrar. Es para llorar, otra vez.
Por: Federico Nogueira @fedenogueira25
fnogueira@ole.com.ar – Olé Deportivo