Sus historias los han hecho de los más grandes del mundo. Pero… sus historias. El presente nos dice que por más que corran «ríos de tinta» -nos quieren vender «pelotitas de colores»-; hoy, ya las camisetas no juegan, los nombres y los grandes precios, a veces, son «grandes negocios» -mucho ruido y pocas…, fútbol nada- y todo está muy parejito, y hacia abajo.
Los grandes «monstruos de hoy» -salvo raras excepciones- son mas parte de un «reality» que del juego propio, y así estamos. Es simplemente una parte de la película que nos muestra este SISTEMA hipócrita, consumista, materialista. Claro que cada vez más van a ganar los equipos denominados «chicos»; -pero vaya paradoja- no porque jueguen más, sino por qué los grandes ya no son tan grandes y cada vez juegan menos; con técnicos «hábiles declarantes», que «tienen un chamuyo bárbaro», aparte de tener todos los nenes y «los chiches» para laburar; pero demuestran muy poquito; y tan viejo como el fútbol dependen de que «fulano o sultano» estén encendidos, porque tácticamente, cero impronta.
Wanderers, Liverpool, Rampla y Boston River, no tienen la culpa; hacen lo que pueden, dan lo que tienen; tienen algún técnico que con pensar un poquito mas que el resto, los ponen en escena con algún toque diferente; y eso, no mucho más, les alcanza para estar en la punta; y soñar dentro de un panorama, entreverado, chato, y que tal vez, también; por qué no, finalice con algún grande en la punta; pero, al fútbol jugando muy poquito.