El pasado viernes 5 de enero se cumplió un año de la desaparición física de «el Negro» Jorge Sanguinetti Sáenz.
Fallecido a la edad de 82 años, el Poder Ejecutivo dispuso en aquella triste jornada de comienzos del año pasado que su figura recibiera los honores reservados para los ministros de Estado, y sus restos descansan hoy en el Cementerio Central de Montevideo.
Nacido el 14 de noviembre de 1934, montevideano por nacimiento y lacacino por elección, «el Negro» desarrolló en el departamento de Colonia su carrera política y dirigió varias empresas en diversos rubros agropecuarios, entre ellas el tambo familiar de “Rincón del Sauce” y el “Arrozal 33”, en el departamento de Treinta y Tres, e industriales, entre ellas la Fábrica Nacional de Papel S.A., que gerenció muchísimo tiempo logrando durante varios años importantísimas utilidades, cotizando en la Bolsa de Comercio de Montevideo durante más de 60 años y dando trabajo a más de 1.200 operarios de manera directa (empresa hoy infelizmente cerrada de forma definitiva hace ya casi un año) y Celulosa Argentina.
Integró durante tres años (1968-1971) el Consejo Directivo de la Universidad del Trabajo del Uruguay (UTU), organismo estatal que dirige la enseñanza técnico-profesional.
Tras la dictadura militar -a la cual se opuso tenazmente- fue electo Secretario General del Partido Colorado en Colonia, y fue dos veces candidato a la Intendencia de nuestro departamento (1984 y 2000), no logrando por pocos votos, en ambas oportunidades, haberse convertido en quien sin dudas habría sido el mejor intendente de la historia departamental, ya que sobradas aptitudes, idoneidades y constancia tenía para ello.
Irónicamente, que Colonia hubiera perdido por menos de 300 votos en 1984 a quien habría sido su más grande intendente fue la causa de que Uruguay tuviera en Jorge Sanguinetti al mejor ministro de Transporte y Obras Públicas (1985-1989) de la historia. En 1985 el presidente Julio Mª Sanguinetti lo designó en ese cargo, cuando todos esperaban su nombramiento en Industria y Energía debido a su experiencia en el área fabril.
Pero la sorpresa del resultado fue mayúscula. La reinstauración del Sistema de Obras por Convenio -una política inédita en conjunto con empresas privadas promovida en su tiempo por su antecesor el arquitecto Walter Pintos Risso (1967-1972) y cercenada por el gobierno de facto- fue encarnada por Jorge Sanguinetti como nadie, cubriendo de obras el país. A ello se sumó una formidable inversión en obras sociales de arquitectura por el Sistema de Administración Directa, tales como escuelas, liceos, escuelas técnicas, facultades, destacamentos de bomberos, seccionales policiales, hospitales, policlínicas, hogares de ancianos, centros CAIF y otras tantas obras por el Sistema de Obras por Contrato, entre ellas, el nuevo edificio del SODRE.
Su formidable labor incluyó grandes inversiones en vialidad, entre ellas la conclusión de los accesos a Montevideo, el inicio de la reconstrucción de la Ruta 1, el acceso a Montevideo por la Ruta 8, la mejora significativa de toda la red vial del país y la vigorización del transporte de pasajeros por ómnibus.
En hidrografía se realizaron importantes inversiones, promoviendo el desarrollo de la actividad portuaria, administrando, manteniendo y desarrollando las vías navegables, gestionando obras públicas hidráulicas y reformando y consolidando atracaderos deportivos en toda la costa, con particular énfasis en nuestro departamento de Colonia.
Su propuesta de cercanía con los diecinueve intendentes de todo el país (“Yo estoy sentado muy poco, porque calmo mi inquietud estando en movimiento”, solía decir) y la compra de maquinaria para las comunas de parte del MTOP motivó que todos los jefes comunales, reunidos en Treinta y Tres, lo reconocieran como el “Intendente Nº 20”, como una forma de agradecimiento que en su momento fue ampliamente difundida por lo novedosa y por el reconocimiento que la misma implicaba.
Participó incansablemente junto con el entonces ministro de Economía, Cr. Ricardo Zerbino, en la elaboración de la Ley Forestal del año 1987, a la que se oponía en aquel momento tozudamente la actual fuerza de gobierno y gracias a la cual el país tuvo un despegue destacable, siendo hoy defendida por todos los partidos políticos.
Fue el gestor de la Hidrovía Paraguay-Paraná (Puerto Cáceres-Nueva Palmira), que transformó el transporte de la región y dotó al puerto del oeste coloniense con un protagonismo que no ha parado de crecer.
Pero además, durante su administración promovió junto con los ministros del ramo de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Perú, varios años antes de la fundación del MERCOSUR y de que comenzara siquiera a hablarse con razonable seriedad de “integración regional”, un Acuerdo sobre Transporte Internacional Terrestre inscripto como Acuerdo de Alcance Parcial en el marco de la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI), que fue finalmente firmado el 1º de enero de 1990, pocos días después de su alejamiento del cargo.
En efecto, Sanguinetti se desempeñó como ministro hasta unos meses antes de las Elecciones de noviembre de 1989, cuando renunció para acompañar a Jorge Batlle como candidato a vicepresidente de la República. Las urnas dieron el triunfo a la fórmula Lacalle-Aguirre, y Sanguinetti en los años siguientes no ocupó cargos políticos significativos.
Entre octubre de 1992 y 1999 integró el Directorio de Celulosa Argentina, una empresa argentina líder del sector foresto-industrial.
En 2000, cuando Batlle llegó a la Presidencia de la República, “el Negro” fue designado presidente de ANCAP. Le tocó liderar a la empresa durante un período muy difícil (2000-2004), durante el cual debió lidiar con el precio del crudo (que pasó de 29 dólares desde el ataque a las Torres Gemelas de Nueva York, en setiembre de 2001, a casi 70 dólares en 2004) y el tipo de cambio más elevado de la historia. Aun así, logró que ANCAP arrojara importantísimas ganancias para volcar a Rentas Generales, con un superávit promedio de 52 millones de dólares entre 2001 y 2004. En 2004, último año de su administración, ANCAP tuvo un superávit del orden de 0,54% del PIB. Pero además de ello, todos los balances anuales fueron presentados en plazo, como marca la ley, mientras que desde 2005 en adelante todos los balances (menos uno) fueron presentados fuerza de plazo, en algunos casos con hasta 6 meses de atraso, lo que da una muestra de transparencia y de prácticas de buena administración por parte de “el
Negro” Sanguinetti.
En mi calidad de Edil Departamental (S) tuve el honor de recibirlo el martes 30 de noviembre de 2010 en la Sesión Extraordinaria de la Junta Departamental de Colonia, en régimen de Comisión General, ante la cual Jorge expuso sobre el Plebiscito de Reforma Constitucional puesto a consideración de la ciudadanía el 30 de noviembre de 1980. Se le iluminaban los ojos cuando hablaba de aquella fabulosa manifestación ciudadana contra los poderes fácticos, y cuando recordaba a algunos de sus compañeros de gesta, entre ellos el doctor Enrique Tarigo.
La corporación lo escuchó con atención, con respetuoso silencio.
En mayo y junio del año pasado, a tan sólo meses de su fallecimiento, la Junta Departamental de Colonia y el Parlamento Nacional, respectivamente, lo homenajearon. En la primera de esas instancias, el intendente de Colonia, Carlos Moreira, se comprometió a que, cumplido un año del deceso de Sanguinetti, promovería la designación con su nombre del denominado Camino a la Balsa, entre la Calle de la Aviación (zona suburbana de Juan Lacaze) y el Balneario Artilleros. Solicitando ello, alrededor de 1.000 firmas, de ciudadanos de todos los partidos políticos se juntaron en pocos días y se entregaron, previo a la sesión del deliberativo, al jefe comunal.
Hasta este momento, cumplido casi un mes del año de su fallecimiento, el proyecto de decreto con la mencionada designación aún no ha sido remitido por Moreira a la Junta Departamental.
Esperamos todos que cumpla la palabra empeñada públicamente.
Y ello porque cualquier reconocimiento y distinción para su figura es poco, más aún a la vista de lo que hoy es Juan Lacaze, una pálida sombra de otros tiempos, muy alejada de aquella ciudad industrializada, pujante y moderna que él ayudó a construir, y que tanto quiso.
Jorge Sanguinetti era no sólo un político inteligente y un empresario. Era un adelantado, un pionero, un visionario, un creador, un realizador, un transformador.
Pero era, además, un referente para todos. Considerado, respetuoso, liberal, abierto, flexible con todo menos con sus principios, era un reconocedor de la calidad humana.
Quienes nos formamos a su lado extrañamos su presencia, su compañía, su guía, su palabra. Pero tenemos la convicción que, más tarde que temprano, aquel departamento de Colonia preparado, afanoso, esforzado, liberal, capacitado e instruido, por el que tanto luchó, volverá a ser el que él imaginó.
Y detrás de ese éxito, estará su impronta indeleble.
Por Gabriel Gabbiani