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En el Aniversario del nacimiento de Artigas – REFLEXIONES

Más que hacer artiguismo de cátedra, de archivo, de museo o de barricada electoral, es preciso bajar a Artigas de su pedestal, reanimar su bronce, llevarlo en espíritu y en verdad por las calles y por los campos, POR LAS ESCUELAS, LICEOS, FACULTADES E INSTITUTOS DE FORMACIÓN DOCENTE, entre los hijos de todas las edades, donde queda todavía mucha desinformación sobre aquella injusticia, de aquel egoísmo y aquella incomprensión que justificaron los sacrificios y las glorias del ilustre patriota.

Porque el verdadero patriota, a la manera de Artigas, no es el conquistador. Mientras éste fundamenta el desarrollo del bien propio sobre el dolor ajeno, aquel lo procura en base al amor del semejante. El uno es el déspota cuando no el verdugo. El nuestro, es el héroe y muchas veces el mártir o el exiliado.

Ningún provecho aspira para si esta suprema calidad humana. La misma fuerza que debe esgrimir le duele como una llaga. Quisiera obrar el héroe desde las regiones del espíritu y no de las armas. El tirano, el dominador avasalla y concentra los poderes, se entroniza y perpetúa en el poder, mientras que el Libertador no es feliz si no lo ofrenda al Pueblo.

Dice San Martín en la cúspide de sus logros:”Mi gloria es colmada cuando veo instalado el Congreso Constituyente”

Después de Ayacucho, Bolívar exclama “Proscribid para siempre, os ruego, tan tremenda autoridad que fue el sepulcro de Roma”

Wáshington, vencedor, depuso el mando ante el Congreso de Filadelfia con palabras semejantes.

Y Artigas en su apogeo, dice a los Diputados orientales:”Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa ante vuestra presencia soberana.”

Así se comprende a los héroes americanos: hermanos en el desinterés, en la abnegación y en la gloria. …y en el exilio y desconocimiento de su tiempo.

Hoy debemos destacar la apoteosis de Artigas. Es la hora del buen vecino, del apoyo mutuo, de la cooperación, la interdependencia, de la educación y la seguridad.

Sin embargo delante de nuestros pasos, Artigas el alma de Artigas, oscila entre el dolor y la alegría. El péndulo de nuestros actos es luz y sombra en el anochecer de la figura del héroe.

Cada uno de nuestros actos de concordia y fraternidad entre los orientales y con los pueblos vecinos es un triunfo de Artigas. Toda prepotencia, toda dictadura, toda injusticia social, es su derrota.

Hay que ver a Artigas, ”el adorador eterno de la soberanía de los Pueblos”, derrotado por las maquinaciones políticas y triunfador en los inmarcesibles ideales que conforman su ideario.

“La grandeza de los pueblos, como la de los hombres, se manifiesta en el recuerdo que hacen de quienes cimentaron su personalidad, de quienes le dieron virtudes que los distinguen y que los representan en el pasado, en el presente y en el porvenir, en la forma en que lo concibieron”

Cuando se trata de palidecer la trayectoria de Artigas y se manipula la historia con intencionalidades políticas o filosóficas( como se ha hecho en nuestro país con la historia reciente)´, sería bueno recordar al Dr César Pérez Colman de Paraná, en sesión del Congreso Internacional de Rotary realizado en Concordia en 1939, que puntualizó:” el derrumbe de la Liga de los Pueblos Libres, constituída por la Banda Oriental, Corrientes, Misiones, Santa Fe, Córdoba y entre Ríos, que actuaba bajo el protectorado de Artigas, ocasionó la destrucción del organismo creado para mantener con firmeza y equilibrio los vínculos de solidaridad entre las Provincias Unidas. Y el alejamiento de su más eminente defensor y representante, produjo una crisis social y política con secuelas de calamidades y desgracias. Ese período de laberíntica convulsión, fue sagazmente aprovechado por las potencias extranjeras, interesados en el debilitamiento de los pueblos rioplatenses…”

A 254 años de su nacimiento, cuando sofismas, intereses políticos mediáticos y demagogia borronean el recuerdo de nuestro héroe e impiden a las generaciones nuevas tener una visión objetiva de los hechos más relevantes de nuestro pasado, debemos reforzar en nuestros hogares la figura del héroe y su ideario.

Por Yamandú Cristoforone