El ex presidente y senador electo José Mujica se manifestó contrario al plan de Luis Lacalle Pou.
«En vez de traer 100 mil cagadores argentinos preocupémonos de que los nuestros inviertan acá», dijo el ex presidente en declaraciones a El Observador.
«Tenemos unos US$ 24 mil millones desparramados por el mundo. ¿Por qué no intentamos que una parte de esa plata venga para el país?», consideró Mujica. Miguel Ángel Pichetto -ex candiato a vicepresidente- pidió al presidente argentino Alberto Fernández que intime al gobierno uruguayo por los dichos de Mujica.
Clarín en su Editorial se encargó de responder a Mujica.
«Con todo respeto, señor Mujica: usted está equivocado. Acaba de decir que por invitación del presidente electo Lacalle Pou ‘100 mil cagadores argentinos’ irán al Uruguay. Pueden ser 100 mil, menos o más de 100 mil. Y algunos o unos cuantos, cagadores. Pero la mayoría o muchos de los que irán son argentinos que se sienten aquí cagados o a punto de ser cagados», reflexiona.
«Y otra cosa: si es por argentinos cagadores, hace tiempo que Uruguay los tiene. Si no, cómo llamarles al par de millonarios que hoy son noticia acá y allá por el cordero que uno de ellos tiró desde un helicóptero en la piscina del otro, como la vaca que dejan caer sobre una balsa, en ‘Un Cuento Chino’ de Darín», agrega.
«Los dos empresarios viven o tienen casas allá desde hace años. Uno, Eduardo Pacha Cantón, está desde el 85. Larga historia y abundantes negocios: construyó el aeropuerto de Carmelo y es dueño ahí del club de campo El Faro y de Puerto Camacho, por donde entraba como Pacha por su casa el financista Clarens, procesado por asociación ilícita en la causa de los cuadernos de la corrupción.
Uruguay ha sido un paraíso para el lavado de plata argentina. Casi sin controles y con un sistema financiero semejante a una pista de aterrizaje que estaba a tiro y que dejó de estarlo por presiones internacionales», dice el editorialista Ricardo Roa.
«Un caso bien fresquito: las triangulaciones bancarias descubiertas en la compra fraudulenta de Ciccone. La firma trucha Dusbel fue usada para financiar la operación de Vandenbroele, el testaferro de Boudou. Otro: los pagos de coimas de Odebrecht. La Oficina Anticorrupción argentina denunció que una parte de los sobornos pasaron por la uruguaya Sabrimol del Corcho Rodríguez, con estancia y bodega propias en Punta del Este. Y en José Ignacio, Pérez Godín, el contador estrella de Lázaro Báez y monotributista para la AFIP, pagó 14 millones de dólares por un campo», enumera.
«Estudios uruguayos se han especializado en vender empresas de papel a argentinos, comprar inmuebles a nombre de terceros o armar una telaraña de trampas para engañar a la AFIP. ¿Cómo llamar a todos ellos? Aquí les diríamos garcas», señala Clarín.
* Una hermosa telenovela, que se va escribiendo como acá, según el medio y del equipo que simpatizas. Allá River – Boca, acá Peñarol – Nacional; allá Clarín – La Nación – La Razón; algún otro y acá La República – el País… y cuando aparece quien te cuenta las cosas de los dos lados, (SE «CABREAN» LOS DOS) …allí si podríamos incorporar las palabras de moda, «políticamente correctas hoy», para el lobby -siempre existieron- discriminación, bullying y otras yerbas sociales periodísticas que se deslizan subliminalmente; porque hay gente que escucha con un oído sólo, esa que dicen por ahí; que escucha una campana sola y se dicen ser los más demócratas – republicanos, etc. Grandes mentirosos en ambas partes, claro que sí; con las excepciones a la regla, que siempre están, en este panorama cada vez menos.
* Alex Hernández