La rojita fue de menos a más, con mucho trabajo, con mucho de auticrítica, en el trabajo del día a día, potenciándose aún desde propias limitaciones, sabedora de que, si no se ponía un 110%, no alcanzaba.
Y lo pusieron, el cuerpo técnico, jugadores, y aquellos que bancaron en el entorno, con paciencia, sosteniendo y mucha humildad… esa humildad que no se compra en la farmacia, y esta signada sólo para los elegidos.
Mostrando madurez y afianzamiento partido a partido, en el fondo a pesar de las vicisitudes y los nervios que se pagaron en la red en algunos juegos, con la sobriedad de Curbelo, el corazón del resto en el fondo, la jerarquía en la mitad de Rodrigo Hernández -mírelo bien-, Salaverry apareciendo en momentos claves, Faber que le dió una inyección de bríos, ganas, con su velocidad desequilibrante -y en esto del fútbol hay que pensar-, y allí estaba una de las figuras pico de esta selección, Mateo Fernández, estratega, atrevido, encarador, y socio ideal para un Leo Quiroga que arriba fue clave, para lograr el título.
En los nombrados, el reconocimiento a todos los campeones del Sur.
Fue triunfo de Colonia en Nueva Helvecia, en la Vuelta, y festejos. Finalmente fue 3 – 2, sobre San José -dos equipos que se conocían mucho- con goles de Estévez, Faber y Fernández, para coronarse como los mejores del Sur.
Ahora espera Salto, y la rojita sueña con más.
SALUD GURISES…!!!