OPINIÓN – Según se indicó INAU intensificará inspecciones por trabajo infantil y adolescente , cosa que parece adecuada.
Según se señaló las denuncias por este tipo de situaciones aumentaron en 2020.
En Uruguay está prohibido el trabajo infantil, aunque creemos que debería enseñarse, educar, visualizar «el hábito de trabajo».
Entre los 15 y 18 años está permitido «si es decente», y aquí nos preguntamos, ¿que es un trabajo decente?; y si se cumplen las reglamentaciones correspondientes, indicó el presidente del INAU, Pablo Abdala.
En el marco de la legalidad, el trabajo adolescente es incluso «deseable» por la importancia de que los jóvenes adquieran hábitos de trabajo, – cosa que no se incentiva, ni se sugiere decimos nosotros -, afirmó el jerarca tras participar este viernes en las actividades por el Día Mundial contra el Trabajo Infantil.
Se considera trabajo infantil a cualquier actividad (remunerada o no) que realice una persona menor a los 15 años de edad para contribuir a la economía familiar o procurar su propio sustento económico.
Los y las adolescentes mayores a 15 años (y menores de 18) que deseen trabajar deben solicitar en INAU el Carné Laboral del Adolescente.
En Uruguay, cerca de 60.000 niños, niñas y adolescentes realizan tareas informales e ilegales (90.000 si se suma el trabajo doméstico), según datos del INAU.
En 2019 se registraron 15 denuncias de trabajo infantil en todo el territorio nacional, mientras que en 2020 fueron 23.
En cuanto al trabajo adolescente, las denuncias pasaron de 20 a 39.
Niños, niñas, «mandaderos», delivery, ayuda de sus padres en tareas vinculadas al entorno familiar, aprendices de carpintero, mecánica, etc., – siempre los hubo, y es preferible tenerlos en ese entorno y motivados aún con 12 – 13 años, que en las plazas o calles delinquiendo, hoy incluso a menor edad.
En lo personal creemos el INAU debería si hacer hincapié en las diversas explotaciones y abusos que se hacen sobre los menores, y sobre todo en aquellos abusos donde sus vidas sí, pueden quedar marcadas de por vida y no precisamente por trabajar, sino entre otras cosas -muy grave- explotados sexualmente.
Por eso, como decimos muchas veces, separemos «el gofio del pan rallado».
Alex Hernández