PRIMER TIEMPO: MONUMENTO AL ENTREVERO.
Una situación clara para cada lado en los primeros 45 minutos.
Poco fútbol.
Uruguay quiso jugar con tres en el fondo y Paraguay lo obligó a jugar con cinco clavados ; tirando a los Romero arriba y soltándole a Almirón o Lucena alternadamente.
El equipo celeste toca bien el balón a domicilio en el círculo central, pero saliendo del queso redondo hacia arriba no tiene quien maneje el balón para crear fútbol y acompañar a los de arriba, cosa que no es nueva.
SEGUNDO TIEMPO: SÓLO IMPULSOS Y UN TORRES DIFERENTE
El segundo tiempo comenzó de manera similar al primero hasta que un cambio, pudo cambiarlo
todo.
El ingreso de Torres le puso ese toque de ilusión, de picardía, de vivacidad al fútbol celeste.
Uruguay empujó, se adelantó unos metros en el terreno de juego, pero eso y nada más – impulsos -, no mostró argumentos futbolísticos para quebrar a su rival.
Paraguay hizo su negocio y una vez más Uruguay con un potencial enorme en cuanto a calidad futbolística, vuelve a despilfarrar 90 minutos dejando sabor a poco.
En Paraguay seguro Gómez en el fondo, Jiménez se mandó un partidazo en la mitad y arriba lo mejor lo mostró por el lado de Almirón.
En Uruguay respondió bien Muslera, Josema firme en el fondo, una superpoblación de volantes en la mitad poco comprensible – no se justifica la cantidad de volantes para el poco volumen de juego que genera -, superponiéndose, con Valverde y Bentancur basta, después arriesgar con creadores incisivos, no con laterales carrileros – que ni van ni vienen – y arriba la peligrosidad de Suárez muy solo; teniendo en el ingreso de Torres lo diferente.
El fútbol no tiene misterios es eso, «los Torres», los Valverde, los Bentancur, pero hay que generarles el contexto, el marco adecuado y darles en el terreno su lugar y la libertad, para que desarrollen su potencial.
Fue 0-0 y para nosotros Uruguay quedó en el debe futbolísticamente.
Alex Hernández