Peñarol hipotecó gran chance de ser finalista en Sudamericana

G. Fernández – Olivera- Gutierrez. E. Pereira – Goncalvez – Trasante. Y si Ud. relojea grandes conquistas de Peñarol y del tradicional rival; por más figuras excluyentes que esos equipos tuvieran de mitad de cancha arriba; los triángulos finales fueron claves. Y más le digo, los cuidacaños -decisivos- atajando «hasta el viento».

No es novedad que lo más defectuoso de este Peñarol, y desde un tiempo a esta parte -si Ud. ha visto algo de fútbol-, es la última zona, su triángulo defensivo.

Peñarol cayó ante un equipo «medio pelo», – como el Pareanaense – , sin argumentos, sin respuestas, – sólo un empuje luego del empate que golpeó a la visita -, pero que en los segundos 45′ volvió a empardar y con muy poco se llevó una victoria valiosisima. No entendimos la salida de Gargano aún faltando unos 25′, – salvo lesión – gosero error en la lectura del juego -otra vez de Larriera, que debería animarse a darle descanso a su arquero-, sumado a que en un juego que necesita ir para ganar deja afuera a quien puede ser el mejor socio de Torres por la franja izquierda.

Álvarez Martínez solito se las ingenia cuando le hacen llegar alguna pelota, diluído Canobio, Cepellini sin espacios, es muy poco para esta altura de la competencia a nivel internacional, lo que sumado a las deficiencias defensivas que tiene el aurinegro, le complican y mucho de cara al partido de vuelta.

¿Es imposible? NO. Pareanaense está a siglos luz, de los equipos brasileños «pesados». Si Peñarol encuentra contundencia y no se equivoca tanto puede dar pelea.
Que es «harto difícil», SÍ. Pero para los equipos uruguayos, incluso los grandes equipos que lograron grandes cosas, siempre fue difícil. ¿La diferencia? Entre el ayer y el hoy: la jerarquía futbolística de aquellos, que hoy a pesar de «todos los flashes» cuesta encontrar.