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TODAS LAS VOCES: ¿Peor que la enfermedad? consecuencias no deseadas de las vacunas de ARNm contra el COVID-19

Revisión de algunas posibles consecuencias no deseadas de las vacunas de ARNm contra el COVID-19

Por Stephanie Seneff, investigadora senior del MIT, ha presentado en colaboración con Greg Nigh un exhaustivo estudio, publicado en 2021 en la revista International Journal of Vaccine Theory, Practice and Research, que alerta acerca de los riesgos de las vacunas de ARNm para covid producidas por Pfizer y Moderna. También explica la muy escasa probabilidad de que estas vacunas tengan seguridad o eficacia, debido al proceso de producción.

Según los autores, los principales efectos graves y potencialmente mortales…

La atrofia del nervio vago en asociación con la enfermedad de Parkinson proporciona más pruebas de la participación del nervio vago en el transporte de oligómeros de α-sinucleína mal plegados desde el intestino hasta el cerebro (Walter et al., 2018). Otra vía es a través del nervio olfativo, y la pérdida del sentido del olfato es un signo temprano de la enfermedad de Parkinson. Ominosamente, la disminución o pérdida del sentido del olfato es también un síntoma común de la infección por SARS-CoV-2.

Hay muchos paralelismos entre la α-sinucleína y la proteína de la espiga, lo que sugiere la posibilidad de una enfermedad similar a la de los priones tras la vacunación. Ya hemos demostrado que el ARNm de la vacuna termina en altas concentraciones en el hígado y el bazo, dos órganos que están bien conectados con el nervio vago. Los lípidos catiónicos de la vacuna crean un pH ácido que favorece el mal plegamiento, y también inducen una fuerte respuesta inflamatoria, otra condición predisponente.

Los centros germinales son estructuras dentro del bazo y otros órganos linfoides secundarios donde las células dendríticas foliculares presentan antígenos a las células B, que a su vez perfeccionan su respuesta de anticuerpos. Los investigadores han demostrado que las vacunas de ARNm, a diferencia de las vacunas de proteínas recombinantes, provocan un sólido desarrollo de anticuerpos neutralizantes en estos centros germinales del bazo (Lederer et al., 2020). Sin embargo, esto también significa que las vacunas de ARNm inducen una situación ideal para la formación de priones a partir de la proteína de la espiga, y su transporte a través de exosomas a lo largo del nervio vago hasta el cerebro.

Estudios han demostrado que la propagación de priones de un animal a otro aparece primero en los tejidos linfoides, en particular el bazo. Las células dendríticas foliculares diferenciadas son fundamentales en el proceso, ya que acumulan proteínas priónicas mal plegadas (Al-Dybiat et al., 2019). Una respuesta inflamatoria regula la síntesis de α-sinucleína en estas células dendríticas, aumentando el riesgo de formación de priones. Los priones que se acumulan en el citoplasma se empaquetan en cuerpos lipídicos que se liberan como exosomas (Liu et al., 2017). Estos exosomas acaban viajando al cerebro, causando la enfermedad.

2. Contagio por liberación de vacuna

Se ha hablado mucho en Internet sobre la posibilidad de que las personas vacunadas provoquen enfermedades en personas no vacunadas que estén cerca. Aunque esto pueda parecer difícil de creer, existe un proceso plausible por el que podría ocurrir a través de la liberación de exosomas de las células dendríticas del bazo que contienen proteínas de espiga mal plegadas, en complejo con otras proteínas priónicas reconformadas. Estos exosomas pueden viajar a lugares lejanos. No es imposible imaginar que sean liberados por los pulmones e inhalados por una persona cercana. Las vesículas extracelulares, incluidos los exosomas, se han detectado en el esputo, el moco, el líquido de revestimiento epitelial y el líquido de lavado broncoalveolar en asociación con enfermedades respiratorias (Lucchetti et al., 2021).

Un estudio de fase 1/2/3 realizado por BioNTech sobre la vacuna de ARNm de Pfizer implicaba en su protocolo de estudio que preveían la posibilidad de una exposición secundaria a la vacuna (BioNTech, 2020). El protocolo incluía el requisito de que las participantes en el estudio debían informar de la «exposición durante el embarazo«. A continuación, daban ejemplos de «exposición ambiental durante el embarazo» que incluían la exposición «a la intervención del estudio por inhalación o contacto con la piel«. Incluso sugirieron dos niveles de exposición indirecta: «Un miembro masculino de la familia o un proveedor de atención sanitaria que haya estado expuesto a la intervención del estudio por inhalación o contacto con la piel expone entonces a su pareja femenina antes o en torno al momento de la concepción«.

Surgimiento de nuevas variantes del SARS-CoV-2

Se ha propuesto una hipótesis interesante en un artículo publicado en Nature, que describe un caso de enfermedad grave por COVID-19 en un paciente con cáncer que estaba tomando fármacos inmunosupresores para la quimioterapia del cáncer (Kemp et al., 2021). El paciente sobrevivió durante 101 días tras su ingreso en el hospital, sucumbiendo finalmente en la batalla contra el virus. El paciente eliminó constantemente el virus durante los 101 días, por lo que fue trasladado a una sala de aislamiento de enfermedades infecciosas con presión negativa y alto intercambio de aire, para evitar el contagio.

Durante su estancia en el hospital, el paciente fue tratado con Remdesivir y, posteriormente, con dos rondas de plasma con anticuerpos tomado de personas que se habían recuperado de COVID-19 (plasma de convalecencia). Sólo después de los tratamientos con plasma, el virus comenzó a mutar rápidamente, y finalmente surgió una nueva cepa dominante, verificada a partir de muestras tomadas de la nariz y la garganta del paciente. Un paciente inmunodeprimido ofrece poco apoyo de las células T citotóxicas para eliminar el virus.

Un experimento in vitro demostró que esta cepa mutante tenía una sensibilidad reducida a múltiples unidades de plasma convaleciente tomadas de varios pacientes recuperados. Los autores propusieron que los anticuerpos administrados habían acelerado en realidad la tasa de mutación del virus, porque el paciente era incapaz de eliminar completamente el virus debido a su débil respuesta inmunitaria. Esto permitió que se pusiera en marcha un programa de «supervivencia del más fuerte», que acabó poblando el cuerpo del paciente con una nueva cepa resistente a los anticuerpos. La replicación viral prolongada en este paciente condujo a un «escape inmunológico viral» y a una resistencia similar.

Las cepas podrían propagarse muy rápidamente dentro de una población expuesta (Kemp et al., 2021). De hecho, es posible que un proceso similar produzca las nuevas cepas altamente contagiosas que están apareciendo en el Reino Unido, Sudáfrica y Brasil.

Hay al menos dos preocupaciones que tenemos con respecto a este experimento, en relación con las vacunas de ARNm. La primera es que, a través de la infección continuada de pacientes inmunocomprometidos, podemos esperar la aparición continuada de más cepas nuevas que sean resistentes a los anticuerpos inducidos por la vacuna, de tal manera que la vacuna puede quedar rápidamente obsoleta, y puede haber demandas para que la población se someta a otra campaña de vacunación masiva. Un estudio publicado por investigadores de Pfizer ya ha demostrado que la eficacia de la vacuna se reduce para muchas de estas cepas variantes. La vacuna sólo fue 2/3 de eficaz contra la cepa sudafricana que contra la cepa original (Liu et al., 2021).

La segunda consideración más ominosa es reflexionar sobre lo que ocurrirá con un paciente inmunodeprimido tras la vacunación. Es concebible que respondan a la vacuna produciendo anticuerpos, pero esos anticuerpos serán incapaces de contener la enfermedad después de la exposición a COVID-19 debido a la función deteriorada de las células T citotóxicas. Este escenario no difiere mucho de la administración de plasma convaleciente a pacientes inmunodeprimidos, por lo que podría engendrar la evolución de cepas resistentes a los anticuerpos de la misma manera, sólo que a una escala mucho mayor. Esta posibilidad se utilizará seguramente para argumentar a favor de rondas repetidas de vacunas cada pocos meses, con un número creciente de variantes virales codificadas en las vacunas. Se trata de una carrera armamentística que probablemente perderemos.

Potencial para una incorporación permanente del gen de la proteína de la espiga en el ADN humano

Se ha afirmado que las vacunas basadas en el ARNm son más seguras que las vacunas vectorizadas por el ADN que funcionan incorporando el código genético de la proteína antigénica objetivo en un virus de ADN, porque el ARN no puede incorporarse inadvertidamente al genoma humano. Sin embargo, no está nada claro que esto sea cierto. Ahora se sabe que el modelo clásico de ADN → ARN → proteína es falso. Ahora es indiscutible que existe una gran clase de virus denominados retrovirus que portan genes que transcriben de forma inversa el ARN en ADN complementario (ADNc). En 1975, Howard Temin, Renato Dulbecco y David Baltimore compartieron el Premio Nobel de Fisiología o Medicina por su descubrimiento de la transcriptasa inversa y su síntesis por parte de los retrovirus (como el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH)) para derivar ADN del ARN (Temin y Mizutani, 1970, Baltimore, 1970).

Mucho más tarde se descubrió que la transcriptasa inversa no es exclusiva de los retrovirus. Más de un tercio del genoma humano está dedicado a misteriosos elementos móviles de ADN llamados SINEs y LINEs (elementos nucleares intercalados cortos y largos, respectivamente). Los LINEs aportan la capacidad de la transcriptasa inversa para convertir el ARN en ADN, y los SINEs proporcionan el soporte para integrar el ADN en el genoma. Así, estos elementos proporcionan las herramientas necesarias para convertir el ARN en ADN e incorporarlo al genoma para mantener el nuevo gen a través de las generaciones futuras (Weiner, 2002).

Los SINEs y los LINEs son miembros de una clase más amplia de elementos genéticos llamados retrotransposones. Los retrotransposones pueden copiar y pegar su ADN en un nuevo lugar del genoma a través de un ARN intermedio, al tiempo que posiblemente se introducen alteraciones genéticas en el proceso (Pray, 2008). Los retrotransposones, también conocidos como «genes saltarines», fueron identificados por primera vez por la genetista Barbara McClintock, del Laboratorio ColdSpring Harbor de Nueva York, hace más de 50 años (McClintock, 1965). Mucho más tarde, en 1983, fue reconocida con un premio Nobel por este trabajo.

Sorprendentemente, los retrotransposones parecen ser capaces de ampliar su dominio de generación en generación. Los LINEs y SINEs colaboran para invadir nuevos sitios genómicos mediante la traducción de su ADN a ARN y de vuelta a una nueva copia de ADN, que se inserta en una región rica en AT del genoma. Durante mucho tiempo se consideró que estas LINEs y SINEs eran ADN «basura», una idea absurda que ahora se ha disipado, al conocerse sus funciones críticas. En particular, se ha puesto de manifiesto que también pueden importar ARN de una fuente exógena al ADN de un mamífero. Se ha demostrado que los elementos de repetición similares a los retrovirales que se encuentran en el genoma del ratón, denominados partículas intracisternas A (IAP), son capaces de incorporar ARN viral al genoma del ratón. La recombinación entre un virus exógeno de ARN no retroviral y un retrotansposón IAP dio lugar a la transcripción inversa del ARN viral y a su integración en el genoma del huésped (Geuking et al., 2009).

Además, como veremos más adelante, el ARNm de las nuevas vacunas contra el SARS-CoV-2 también podría transmitirse de generación en generación, con la ayuda de las LINEs expresadas en el esperma, ADNc integrado en el vianon encapsulado en plásmidos. Las implicaciones de este previsible fenómeno no están claras, pero son potencialmente de gran alcance.

Retrovirus exógenos y endógenos
También existe la preocupación de que el ARN de las vacunas de ARNm pueda transferirse al genoma humano con ayuda de los retrovirus. Los retrovirus son una clase de virus que mantienen su información genómica en forma de ARN, pero que poseen las enzimas necesarias para transcribir de forma inversa su ARN en ADN e insertarlo en el genoma del huésped. A continuación, dependen de las herramientas naturales existentes en el huésped para producir copias del virus mediante la traducción del ADN de nuevo a ARN y para producir las proteínas que codifica el ARN viral y ensamblarlas en una partícula viral fresca (Lesbats et al., 2016).

Los retrovirus endógenos humanos (HERV) son secciones benignas en el ADN de los seres humanos que se asemejan mucho a los retrovirus, y que se cree que se han convertido en secuencias permanentes en el genoma humano a través de un proceso de integración de lo que originalmente era un retrovirus exógeno. Los retrovirus endógenos son abundantes en todos los vertebrados con mandíbula y se calcula que ocupan entre el 5 y el 8% del genoma humano. La proteína sincitina, esencial para la fusión de la placenta con la pared uterina y para el paso de fusión entre el esperma y el óvulo en la fecundación, es un buen ejemplo de proteína retroviral endógena. La sincitina es el gen de la envoltura de un retrovirus humano endógeno defectuoso recientemente identificado, el HERV-W (Mi et al., 2000). Durante la gestación, el feto expresa altos niveles de otro retrovirus endógeno, el HERV-R, y parece proteger al feto del ataque inmunitario de la madre (Luganini y Gribaudo, 2020). Los elementos retrovirales endógenos se parecen mucho a los retrotransposones. Su transcriptasa inversa, cuando se expresa, tiene la capacidad teórica de convertir el ARN proteico de las vacunas de ARNm en ADN.

2. Integración permanente en el ADN de los genes de retrovirus exógenos

Los seres humanos están colonizados por una gran colección de retrovirus exógenos que, en muchos casos, no causan ningún daño al huésped, e incluso pueden ser simbióticos (Luganini y Gribaudo, 2020). Los virus exógenos pueden convertirse en virus endógenos (incorporados permanentemente al ADN del huésped) en el laboratorio, como demostró Rudolf Jaenisch (Jaenisch, 1976), que infectó embriones de ratón de preimplantación con el virus de la leucemia murina de Moloney (M-MuLV). Los ratones generados a partir de estos embriones infectados desarrollaron leucemia, y el ADN viral se integró en su línea germinal y se transmitió a su descendencia. Además de la incorporación del ADN vírico en el genoma del huésped, ya en 1980 se demostró que se podían microinyectar plásmidos de ADN en los núcleos de embriones de ratón para producir ratones transgénicos que se reproducen correctamente (Gordon et al., 1980). El ADN del plásmido se incorporaba al genoma nuclear de los ratones a través de los procesos naturales existentes, preservando así la información genética recién adquirida en el genoma de la cría. Este descubrimiento ha sido la base de muchos experimentos de ingeniería genética con ratones transgénicos diseñados para expresar genes humanos recién adquiridos desde entonces (Bouabe y Okkenhaug, 2013).

3. LINE-1 está ampliamente expresada

Las LINE representan por sí solas más del 20% del genoma humano. La más común es LINE-1, que codifica una transcriptasa inversa que regula procesos biológicos fundamentales. LINE-1 se expresa en muchos tipos de células, pero en niveles especialmente altos en los espermatozoides. Los espermatozoides pueden utilizarse como vectores tanto de moléculas de ADN como de ARN exógenas mediante ensayos de transferencia genética mediada por espermatozoides. Los espermatozoides pueden transcribir de forma inversa el ARN exógeno directamente en ADNc y pueden entregar plásmidos que empaquetan este ADNc al óvulo fecundado. Estos plásmidos son capaces de propagarse dentro del embrión en desarrollo y de poblar muchos tejidos del feto. De hecho, sobreviven hasta la edad adulta como estructuras extracromosómicas y son capaces de transmitirse a la progenie. Estos plásmidos son transcripcionalmente competentes, lo que significa que pueden utilizarse para sintetizar proteínas codificadas por el ADN que contienen (Pittoggi et al., 2006).

Además de los espermatozoides, los embriones también expresan la transcriptasa inversa antes de la implantación, y su inhibición provoca la detención del desarrollo. LINE-1 también se expresa en las células cancerosas, y el silenciamiento de LINE-1 humano mediado por ARN induce la diferenciación en muchas líneas celulares de cáncer. La maquinaria de la transcriptasa inversa está implicada en la génesis de nueva información genética, tanto en las células cancerosas como en las células germinales. Se ha descubierto que muchos tejidos tumorales expresan altos niveles de LINE-1 y contienen muchos plásmidos extracromosómicos en su núcleo. Los gliomas malignos son los tumores primarios del sistema nervioso central. Se ha demostrado experimentalmente que estos tumores liberan exosomas que contienen ADN, ARN y proteínas, que acaban en la circulación general (Vaidya y Sugaya, 2020). LINE-1 también se expresa en gran medida en las células inmunes en varias enfermedades autoinmunes como el lupus eritematoso sistémico, Sjögrens y la psoriasis (Zhang et al., 2020).

4. Integración del gen de la proteína de la espiga en el genoma humano

Sorprendentemente, se ha demostrado que las neuronas del cerebro de los pacientes de Alzheimer albergan múltiples variantes del gen de la proteína precursora del amiloide APP, incorporadas al genoma, que se crean a través de un proceso denominado recombinación genética somática (SGR) (Kaeser et al., 2020). La SGR requiere la transcripción del gen, la ruptura de la cadena de ADN y la actividad de la transcriptasa inversa, todo lo cual puede ser promovido por factores de riesgo de la enfermedad de Alzheimer bien conocidos. El ADN que codifica el APP se transcribe de forma inversa en ARN y, a continuación, se transcribe de nuevo en ADN y se incorpora al genoma en un lugar de rotura de la cadena. Como el ARN es más susceptible a las mutaciones, el ADN de estas copias en mosaico contiene muchas variantes mutantes del gen, por lo que la célula se convierte en un mosaico, capaz de producir múltiples variantes de APP. Las neuronas de los pacientes de Alzheimer contenían hasta 500 millones de pares de bases de exceso de ADN en sus cromosomas (Bushman et al., 2015).

Investigadores del MIT y de Harvard publicaron un inquietante artículo en 2021, en el que aportaban pruebas contundentes de que el ARN del SARS-CoV-2 puede transcribirse inversamente en el ADN e integrarse en el ADN humano (Zhang et al., 2021). Se vieron abocados a investigar esta idea tras haber observado que muchos pacientes siguen dando positivo en las pruebas de COVID-19 después de que el virus haya sido eliminado de su cuerpo. Los autores encontraron transcripciones quiméricas que contenían secuencias de ADN viral fusionadas con secuencias de ADN celular en pacientes que se habían recuperado de COVID-19. Dado que el COVID-19 suele inducir una tormenta de citoquinas en los casos graves, confirmaron la posibilidad de una mayor actividad de la transcriptasa inversa mediante un estudio in vitro en el que se utilizaron medios condicionados que contenían citoquinas en cultivos celulares. Comprobaron que la expresión endógena de LINE-1 se multiplicaba por 2-3 en respuesta a las citocinas. El ARN exógeno del virus incorporado al ADN humano podría producir fragmentos de proteínas virales indefinidamente después de que la infección se haya eliminado, y esto da un falso positivo en una prueba de PCR.
Revista : extramuros.com