Las crisis de pánico son crisis de angustia que vienen acompañadas de síntomas físicos. Según explicó el psiquiatra Freddy Pagnussat en El Observador TV, la persona que la padece siente que está «a punto de morirse o volverse loco». El especialista contó que la crisis aparece de manera brusca, «rápidamente alcanza su punto máximo y tiende a desaparecer al cabo de unos diez minutos».
Los síntomas pueden ser sentir que el corazón late más rápido, palpitaciones y desasosiego. «Hay gente que describe la sensación de atorarse o miedo a asfixiarse; otras veces sienten entumecimiento en las manos, las piernas, la zona alrededor de los labios», señaló Pagnussat.
Las recomendaciones para ayudar en una crisis de este tipo son: guardar la calma, sabiendo que la persona no está exagerando, que se siente verdaderamente mal; ver qué tan bien evoluciona en los siguientes minutos; y en los casos de pacientes que reiteran la crisis, puede administrarse un ansiolítico sublingual. En muchos casos pueden presentarse síntomas de hiperventilación. Para esos casos se recomienda respirar dentro de una bolsa de papel durante unos pocos segundos.
Cuando los episodios se repiten, o si la persona tiene miedo a reiterar la crisis, se considera que hay un trastorno. Pagnussat explicó en esta línea que es necesario atacar el origen del trastorno y no solo el síntoma. «El ansiolítico tomado en altas dosis y por tiempos muy prolongados pueden llevar a que la persona se acostumbre. Entonces, la tendencia ya desde hace un buen tiempo es a tratar estos trastornos, no con ansiolíticos a permanencia, sino con antidepresivos», relató el médico.