Para los nacidos después del regreso de la democracia, la mayor parte de los miles de caracteres que escribió Héctor Amodio Pérez pueden resultar ininteligibles sin contexto. Las siete cartas que redactó el mítico tupamaro acusado de “traidor” están llenas de términos y hechos desconocidos para muchos uruguayos.
La historia lo tiene como el protagonista principal de la caída del MLN-Tupamaros, pero su voz no había sido escuchada. Lo que Amodio Pérez pretende es que los libros también incluyan su relato, que tiene algunas diferencias importantes con el resto de los líderes guerrilleros.
Según él, durante todo este tiempo hubo una “estrategia” para acusarlo y así tapar los errores cometidos por otros tupamaros, que también implicaron el derrumbe de la guerrilla.
¿Por qué es tan importante Amodio Pérez? De los que delataron a sus compañeros era el que tenía más peso en la dirección del MLN. Por ejemplo, todos reconocen a Mario Píriz Budes como un militante que entregó mucha información a las Fuerzas Armadas. Píriz Budes nunca se fue del país, todos saben que vive en Rivera y nunca generó ninguna conmoción su actitud de militar dentro del Partido Colorado.
La reaparición de Amodio Pérez generó impacto aún 40 años después, porque él fue uno de los cinco fundadores del MLN. Amodio lideró la columna 15 –que era la más potente en términos militares– y estaba peleado con Raúl Sendic. Según el relato predominante, era el menos político y el más militarista de todos (ver contratapa). Sin embargo, ahora en sus cartas se muestra humano. Dice que sus compañeros habían “desvalorizado” la vida .
Cambio de versión
Amodio ahora quiere cambiar una “realidad” que se construyó hace 40 años y que hasta el momento nadie desmintió. Los tupamaros ayer bromeaban entre ellos que lo que pretende hacer es una “operación enema” o “lavaje”, como dijo Mauricio Rosencof a Subrayado. “Está bravo hacerte un enema después de 40 años… y sí, imposible que se pueda limpiar”, escribió en su cuenta de Twitter el diputado Aníbal Pereyra (MPP).
En resumidas cuentas, la historia que quiere contar Amodio Pérez es que, si bien ayudó a las Fuerzas Armadas a “ordenar los papeles”, no es por su culpa que cayó el movimiento.
En primer lugar retrocede unos cuantos pasos. Dice que el MLN empezó a caer por planes “divisionistas” de Eleuterio Fernández Huidobro y Raúl Sendic.
Cuenta que pidió la baja del MLN pero no se la dieron, pero que lo mandaron a un local “quemado” y que allí cayó preso.
Dice que las Fuerzas Armadas “corrieron a ponchazos” al MLN porque “se había convertido en una pandilla”.
También pretende tirar abajo algo que por ahora tiene una sola versión y es que él dio los datos para la ubicación de la Cárcel del Pueblo. Amodio Pérez atribuye esa traición a Adolfo Wassen, quién –según él– lo dijo a varios de sus compañeros en prisión. Sin embargo, ningún tupamaro avala públicamente esa versión.
Salvo Jorge Zabalza, el resto de los tupamaros consultados ayer no quisieron opinar sobre los aspectos de fondo que escribió Amodio (ver página 11).
Pero la caída de la Cárcel del Pueblo no es lo único que el mítico tupamaro quiere desmentir.
Hay otra “traición” más dura aun, que él niega y dice que forma parte de los “mitos” que se construyeron sobre su figura. Se trata de la “marcación” de compañeros en la calle, vestido de militar.
“Nunca lo hice. Como a todos los detenidos, se nos vestía de soldados para los traslados”, escribió en las respuestas a El Observador.
“¿Por qué nunca se ha señalado a los que marqué?”, agregó.
La falta de nombres –que es su principal argumento– fue desmentida ayer por el periodista Leonardo Haberkorn, quien dice contar con testimonios de tupamaros que fueron señalados por él, vestido de militar.
Una versión indica que cuando cayó Julio Marenales, Amodio Pérez acompañaba a los militares que lo apresaron. En esa oportunidad, Marenales tiró una granada que nunca explotó.
El exguerrillero ya movió. Dio su versión y ahora espera repercusiones. “Lamento haber callado durante tanto tiempo”, escribió en la carta dirigida a Marcelo Estefanell (ver página 10). Ahora su verdad luchará no solo contra la versión de sus excompañeros de trinchera; también lo hará contra el paso del tiempo, que consolidó su imagen de “traidor”. (Observador)