En la mañana del 27 de junio de 1973, nos despertamos con una infausta noticia: las ´Cámaras (Parlamento) se habian disuelto, Golpe de Estado en nuestro Uruguay!
Resuena aun la voz de Wilson en esos sombrios momentos -que ya presagiaban la tormenta- «viva el Partido Nacional!»
Crónica de una muerte anunciada.
En realidad, ya había comenzado en febrero («Febrero amargo», rememorando el título del libro del gran demócrata Senador Amilcar Vasconcellos) y se «consolidó» el 27 de junio.
Hace 46 años.
Se venia venir.
Las instituciones se habían debilitado, la democracia se había debilitado, hasta que finalmente se produjo lo que finalmente no debió producirse jamás.
La larga noche de la dictadura que duró 11 años.
De la cual comienza a salirse de a poco, a partir del plebiscito del 80, memorable.
El contexto latinoamericano de aquellos años era lamentablemente proclive a que se llegara a la dictadura.
Por supuesto que, las causas del quiebre institucional en el Uruguay son más profundas y no es mi intención analizarlas aquí: seria demasiado extenso.
Por cierto que muchos factores contribuyeron al desenlace fatal. Terroristas, militares y también civiles.
De las más diversas ideologías.
¿Quedan aun «nostálgicos» de la dictadura?
De ser así, sería muy preocupante.
Hay que recordar estos hechos.
Y reafirmar la democracia. Y el sistema republicano.
Hay una herida que aun no cicatrizó.
No hay que anclarse en el pasado, pero hay que recordarlo para no cometer los mismos errores y que nunca más se vuelvan a repetir.
Nunca más!!
Por Lic. Rafael Winter (Rufo) – Semanario Hebreo