Un día como el de hoy – con mucho frío también -, pero de hace 47años, se daba el golpe de Estado en Uruguay.
El 27 de junio de 1973, el hasta el momento presidente constitucional, Juan María Bordaberry, disolvía el Parlamento.
Era el comienzo de la dictadura , luego de una década de crisis económica, agitación social y política, guerrilla y autoritarismo.
Era el inicio de doce años de terror, persecución y libertades coartadas.
El Diario La PRENSA recuerda esa invernal noche, y el camino a ella, sin duda la más oscura de nuestra historia.
Transcribimos la crónica según el mencionado medio.
El camino a la dictadura
El golpe de Estado del 27 de junio de 1973 fue el resultado de un largo proceso de deterioro político, social y económico del Uruguay, que comenzó desde 1955 con el gradual deterioro económico del país por la caída de las exportaciones y la cada vez mayor inflación.
Los últimos años de la década de 1960 fueron jalonados además por una radicalización de la protesta estudiantil y obrera, organizados en la FEUU y la CNT, con una fuerte presencia del Partido Comunista y de sectores de ultraizquierda, que incluía ocupaciones de centros de estudio y de trabajo, cortes de calles, y enfrentamientos violentos con la policía, que también actuaba de forma cada vez más violenta, llevando a la muerte de cuatro estudiantes, el primero de ellos Líber Arce.
El gobierno constitucional de Pacheco Areco fue jalonado por esto, implantó Medidas Prontas de Seguridad y Militarizó a los Empleados Públicos en huelga, y congeló precios y salarios, entre otras medidas de censura, en tanto la violencia guerrillera, principalmente del MLN Tupamaros se incrementó con una ola de secuestros, asaltos a bancos y atentados, junto a la toma de Pando. El objetivo de este grupo armado, inspirado y apoyado por Cuba, era “la revolución socialista y la liberación nacional”.
En este contexto se realizaron las elecciones de noviembre de 1971, con la novedad de la formación del Frente Amplio, coalición de izquierda que alió a los partidos marxistas con sectores reformistas de los partidos tradicionales. En tanto, la fórmula reformista del Partido Nacional Wilson Ferreira Aldunate- Carlos Julio Pereyra fue la más votada, pero el Partido Colorado recibió 13.000 votos más que los blancos y eso le bastó a Juan María Bordaberry para ser presidente.
Pacheco propuso una reforma constitucional para habilitar su reelección, pero no fue aprobada. Igual arrastró votos a Bordaberry dándole el triunfo dentro del Partido Colorado.
El año 1972 fue muy violento, donde el MLN inició una ofensiva contra las fuerzas de seguridad y el llamado Escuadrón de la Muerte. Luego de la sangrienta jornada del 14 de abril de 1972, Bordaberry solicita al Parlamento la declaración de estado de guerra interno, y en julio promulga la ley de seguridad del Estado, que le daba más poder a las Fuerzas Armadas para reprimir a la guerrilla, suspendiendo las garantías individuales y permitiendo allanamientos nocturnos y la disposición de los detenidos en unidades militares.
Para setiembre los miembros del MLN-Tupamaros estaban derrotados y sus líderes habían caído presos.
Fue cuando los militares se sintieron victoriosos con los guerrilleros presos y con derecho a seguir avanzando sobre el sistema político. Basados en la Doctrina de Seguridad Nacional, entendían que la democracia liberal todavía estaba amenazada por las subversión marxista, a la que sólo habían derrotado su brazo armado.
Fue cuando, curiosamente apoyados en un pacto con los dirigentes presos del MLN, quienes colaboraron con las FFAA, los militares iniciaron una campaña anticorrupción que implicó el arresto de figuras empresariales y profesionales, además del escándalo por el arresto del Senador Jorge Batlle.
Febrero Amargo: el pregolpe o el verdadero golpe
El 8 y 9 de febrero de 1973 se da un hecho clave en este proceso: el Ejército y la Fuerza Aérea no aceptan la designación del general Antonio Francese como ministro de Defensa. La Armada, al mando del contraalmirante Zorrilla, en apoyo a las instituciones, se atrinchera con infantes de marina en la Ciudad Vieja, sacando sus buques de guerra a la bahía, en clara defensa de la democracia liberal.
Los sectores golpista del Ejército sacan sus tanques a la calle en señal de desafío, y junto a la Fuerza Aérea, en una reunión en la base aérea de Boizo Lanza emite en los días siguientes los comunicados 4 y 7, que entusiasmaron a sectores de izquierda como el Partido Comunista, que creyeron y apoyaron los planes “progresistas” de los militares (el “peruanismo”, en referencia a una dictadura militar de izquierda y prosoviética que había en Perú).
Bordaberry termina cediendo a los militares golpistas, y el 12 de febrero,
firma un pacto con las Fuerzas Armadas. Los militares obtienen participación en el Poder Ejecutivo a través del Consejo de Seguridad Nacional (Cosena). “El golpe estaba dado, faltaba oficializarlo”, escribió El País en una edición especial con motivo del 80° aniversario del diario, aludiendo a la posición histórica desarrollada por Washington Beltrán.
La oscura noche de la disolución de las cámaras
“La excusa surgió sola y fue el pedido de desafuero del senador Enrique Erro”, que el Senado se negó a aceptar. Todo empezó en mayo, cuando las FFAA encontraron pruebas de que el Senador Erro había colaborado con el MLN en 1972, proveyendo su domicilio para ocultar dirigentes y armas.
Hubo intensas negociaciones con el gobierno de Bordaberry, que apoyaba el pedido de desafuero impulsado por los militares, con los legisladores, la mayoría opuesto. Pero la suerte de la República estaba echada. “Disolverían las cámaras”, fue el primer y enorme titular de El País el 27 de junio.
A la hora 5 del miércoles 27 todas las radioemisoras del país entraron en cadena; solo emitían música folklórica intercalada con marchas militares. A la hora 5:20 el Poder Ejecutivo anunció la disolución de las cámaras sustituyéndolas por un Consejo de Estado designado por el Presidente.
De inmediato se da a conocer el decreto que prohíbe la difusión de informaciones que “atribuyen propósitos dictatoriales al Poder Ejecutivo o que puedan perturbar la tranquilidad pública”.
A la hora 7:05 los primeros efectivos de las Fuerzas Armadas llegan a las inmediaciones del Palacio Legislativo. En el lugar sólo se encontraban algunos integrantes de la vigilancia interna. Minutos después, transportes blindados de asalto M-113 y tanques M-24 rodean el edificio con soldados de infantería, e ingresan los generales Esteban Cristi, jefe de la Región Militar N° 1, y Gregorio Álvarez, jefe del Estado Mayor Conjunto y secretario del Cosena.
Antes que los militares pisaran el Palacio Legislativo, el Senado sesiona por última vez esa madrugada del 27 de junio. Wilson Ferreira Aldunate pronuncia su histórico discurso en el que anuncia que a partir de ese momento se convertía en el peor enemigo de la dictadura.
“Con mi emoción más intensa, permitirán que antes de retirarme de sala arroje al rostro de los autores de este atentado el nombre de su más radical e irreconciliable enemigo que será, no tengan la más mínima duda, el vengador de la República ¡Viva el Partido Nacional!”.