En su casa Peñarol se quedó con el clásico en el final

Cómo analizar este juego en un contexto futbolístico deficitario; y partiendo de la base que jugaban los dos mejores equipos del Uruguay -según el versito aprendido de la historia, las camisetas, la gloria- lo que ha quedado un poco atrás, olvidada en el tiempo.

Si partimos desde ahí; si partimos desde ese piso, un clásico los dos equipos que tienen todos «los chiches», la infraestructura, la logística, la prensa, es inexplicable que se vea en el colectivo un juego tan pobre.

Como a equipos de una determinada; supuesta jerarquía -profesionales de la guinda-, le pueden convertir los goles qué le convirtieron.

Peñarol se pone 1 – 0 con gol de Formiliano solito y sólo -buen cabezazo- una pelota bien puesta por Urretavizcaya; los defensores mirando la pelota como si fuera un Dron – de marcas, referencias, no hablamos; quien más molestó ahí fue Britos.

El segundo gol aurinegro, primero, nace de un lateral después la paupérrima marca de un jugador profesional, llámese cómo se llame -en este caso García, para la gran Prensa un referente-, que le deja «la cuerda» casi al lado del caño para qué el «Cebolla» tipo en el campito, pase, la ponga atrás y Tehrans anote el segundo.

Dos goles de Baby fútbol para un encuentro de primer nivel, un clásico.

Nacional que se pone a tiro y golpea psicológicamente con un gol encontrado; remate de Neves rebote en Formiliano y pelota adentro, 2-1, con cero esfuerzo, y el bolso se pone en partido.

En el arranque del complemento llega el empate de Nacional -acá ya no hablemos de gol de Baby Fútbol si no de partido de barrio- saque hacia adelante uno cerca del arco, se va solo, aquí destacar el control direccionado del jugador más completo que tiene Nacional futbolísticamente -con todos los fundamentos para este juego- el Chory Castro; la pone al medio y es el empate.

Usted después escuchará hablar a los técnicos de sistemas, estrategias, dibujos, modelos,etc., – espantoso los dos equipos – con un fútbol normalito, el normalito que puede desplegar cualquier equipo de «mediano nivel».

Ya no es excusa que es un clásico. Porque todos los partidos los juegan parecido. Mal.

Peñarol consigue el tercero luego de otra búsqueda individual de Torres, por cansancio, por lejos el mejor, con muy buenas perspectivas de futuro, encara, se mete en el área provoca el penal qué termina convirtiendo Nahuelpan en el rebote y de esa manera darle la victoria al aurinegro.

Ganó Peñarol, fue 3-2, con muy poquito, la defensa tiembla cuando la encaran, Piquerez el más lúcido, algo del Cebolla Rodríguez con la pelota en los pies cuando tuvo aire, Torres figura y muy poquito más.

En Nacional el «Chori» aún creo que, con su veteranía a cuestas juega sentado en este equipo tricolor a nivel nacional e internacional; Laborda en el fondo volvió a hacer un buen partido a pesar de la falta del final -que zaguero no ha cometido en penal, un error, es un pibe con gran futuro- poco de Neves el cual se habla puede ser el equilibrio de este equipo, acompañaron los gurises, sin aparecer demasiado -Martínez- se sintió y Trasante. No genera Nacional y se apaga Bergessio.

Así de crudo y real, después, se debió pitar un penal a favor de Nacional, de Formiliano.

En el penal, cuando aquí repiten por invasión…?, aunque le digo que cuando el hombre de Peñarol está «golpeando la bola» Rochet también ya está adelantado un metro. Son esas jugadas que se definen en un segundo, no se pitan y pueden torcer los números, pero no, la pobreza futbolística de un fútbol uruguayo -todo folklore-, que a este nivel seguirá esperando por años destacar a nivel colectivo aquí y donde sea, si no mejora fundamentos básicos de este juego que se llama fútbol.

Para el hincha carbonero la victoria basta, pareció podía ser más holgada y terminó siendo sufrida. Triunfó en su casa.

Para el hincha de Nacional un clásico que por momentos lo tuvo muy lejos, lo empardó y hasta en determinado momento soño con darlo vuelta, con ganarlo.

En líneas generales poco muy poco, de los supuestos equipos más importantes de nuestro país.

Seguramente «los filósofos del fútbol», ahora, y apañados por los grandes medios y algún «obsecuente periodista de escritorio», salgan a justificar lo tan mal que se juega.

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