Peñarol dejó pasar una magnífica chance – tal vez en una de las Copas Sudamericanas más mediocres – de meterse en una final continental.
Una vez más un equipo uruguayo jugando en la Segunda Divisional de la Conmebol, dejó en claro qué a nivel internacional – cualquiera sea la camiseta – estamos lejos de aspirar a un título. Hace mucho el hincha vive de ilusiones.
Peñarol volvió a demostrar «las potenciales» virtudes que tiene de mitad de cancha hacia adelante pero sin concretar en la red adversaria; y las múltiples falencias que tiene a las espaldas de Gargano – Trindade, sobre todo en el posicionamiento en cancha a la hora de retroceder.
Atlético Paranaense con muy poquito, las veces que ofendió como visita y como local, lastimó a un endeble fondo carbonero qué pago carísimo, los gruesos errores – esto es muy personal, falta de jerarquía en zonas donde se sirve el chocolate caliente -; cometidos en 180 minutos.
Para el futbolero objetivo, para aquel que ha visto el fútbol genuino de otrora ; una pena no haber aprovechado esta posibilidad en tan chata, pobre Copa. Indudablemente el fútbol chacarero, el nuestro de cada día no solo deberá mejorar futbolísticamente – en el terreno – sino a nivel político – dirigencial, dónde la diferencia no solo puede marcarla una billetera sino también la capacidad de gerenciar a las instituciones en cuanto a la elección, conformación, y contratación para conformar planteles.
Habrá final brasileña. Ganó bien el Paranaense con muy poquito y define ante el Bragantiño aquí en el Centenario quien se queda con el Título B, de la Conmebol.